Parte 3
Marchó la niña al banquete,
Esperpento en la floresta
Quedó contemplando triste
Morir la tarde serena.
los naranjos floridos,
las fragantes diamelas
hasta los lirios azules
Que aroman la fronda espesa
Donde los reyes de mármol
Lucen sus mantos de hiedra.
Parecieron indignados
Ante la fealdad horrenda
De aquel niño, semejante
A diabólica quimera.
Sólo las aves del ciclo,
A las que el niño en la selva
Dio de comer otras veces,
Descendieron a la tierra
Y le obsequiaron con trinos
Dulces cual mieles de abejas,
Trinos tan blandos, tan blandos,
Como caricia materna...
Era Esperpento más bueno
Que la grama, que las sendas
Alfombra con verdes tallos
Y da flores si la huellan.
Nació y vivió siempre solo.
Tuvo por hogar las breñas,
Por lecho las espadañas,
Por amigas las violetas.
Por lámparas los luceros.
Por adornos las luciérnagas,
Por juguetes piedrecitas,
Y por consuelo de penas
El arrullo de las tórtolas
Que en la escondida arboleda
Dicen quejas que son cantos.
Riman cantos que son quejas,
Cual los que entonan las madres
Para que los niños duerman.