Mhotep, el primer gran médico de Egipto, vivió casi tres mil años A.C.
El primer gran médico cuyo nombre registran las crónicas históricas fue egipcio. Se llamaba Imhotep, y estuvo al servicio del faraón Zoser, de la tercera dinastía. Vivió alrededor de tres milenios antes del nacimiento de Jesucristo, y era natural de Menfis, la antigua ciudad del muro blanco. Su gran sabiduría le valió ser adorado como dios protector de la ciencia de las curaciones durante muchos siglos posteriores a su muerte; los griegos, cuando penetraron los misterios del Egipto, lo identificaron con su dios Asclepios, patrono de la salud. Muchos siglos más tarde, fue un exilado israelita el que practicó el noble arte en las tierras del Nilo: Moisés. No amputó miembros lesionados ni confeccionó con sus propias manos medicinas para los enfermos. Pero tenía un maravilloso conocimiento de las leyes de la salud, e hizo que los israelitas siguieran un código de reglas para su limpieza y bienestar, que los mantuvieron en buena salud y en vigor durante los cuarenta años de sus peregrinaciones por el desierto, y que quedaron luego como una herencia de salud para la nación.
Los métodos de Moisés no están rodeados de ningún misterio; sus leyes eran sencillas, sanas reglas de ciencia práctica. Pero el amor a lo misterioso, a los falsos prestigios, y el crecimiento de la superstición, fueron durante mil años un grave obstáculo para el progreso de la medicina. Llegamos así a un período anterior a Cristo en unos 460 años, fecha en que nació Hipócrates, en la isla de Cos, frente a la costa del Asia Menor, famosa por ser también patria de Apeles, el gran pintor. Durante muchas generaciones la familia de Hipócrates había practicado la medicina, y la actitud del pueblo respecto a ella nos ilustra sobre el modo de pensar de la época.
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