José Enrique Rodó, maestro y mentor de la juventud de América


De José Enrique Rodó se puede decir que sin casi haber ejercido la cátedra y sin haber escrito obras pedagógicas, en el sentido técnico de la palabra, es uno de los hombres que más ha influido en la formación espiritual de las juventudes hispanoamericanas. Con razón se lo ha llamado el «maestro de América». Como maestro su paso por las aulas fue fugaz: durante dos años fue profesor de Literatura en la Universidad de Montevideo, su ciudad natal. La actividad mayor de su vida la desplegó en el campo de la política y del periodismo. Pero las obras que escribió: El mirador de Próspero. Motivos de Proteo y, sobre todo, Ariel han constituido el breviario de toda una generación que en ellas abrevó sus ideales y nobles impulsos.

La obra de Rodó, moderada y constructiva, llegó al mundo hispanoamericano en el momento exacto, cuando pasadas las perturbaciones de la primera vida independiente y los primeros apremios creadores en una tierra que se quería totalmente nueva, el espíritu americano se replegaba sobre sí mismo, consciente de que no hay futuro sin pasado. Así se explica el entusiasmo de las juventudes al encontrar en este notable escritor, vertido en hermoso estilo, un cabal concepto del ser americano. Y tras las huellas de Rodó, bebiendo en su misma inspiración profunda, no es de extrañar que nuevas voces se levantaran para recordarle a América que debía, por sobre todo, ser ella misma.