Una breve historia de Alaska desde su exploración por los rusos


A mediados del siglo xvii, la conquista de Siberia y el descubrimiento de la península de Kamchatka atrajeron la atención de los rusos sobre las costas del Pacífico. Catalina I, emperatriz de Rusia, dispuso la expedición de Bering y Chiricov, en 1728, para comprobar la separación efectiva de los dos continentes, hasta entonces aún sujeta a polémicas entre las academias geográficas del mundo. Bering y Chiricov lograron despejar toda duda al respecto; el mar que separa Asia de América lleva el nombre del primero de estos esforzados exploradores.

Años después se fundaron en Alas-ka y en las islas del mar de Bering los primeros establecimientos de colonos rusos, cuyo objetivo era el comercio de pieles. En la región abundaban los zorros azules, las focas, las nutrias, las vacas marinas y otros de preciosa cobertura. Empero, el organismo central, creado por el zar Pablo para regir esas actividades y el comercio de ellas derivado, fracasó con enormes pérdidas para los que en la empresa habían invertido su peculio. Alaska cayó momentáneamente en el olvido, pues su nombre fue, por entonces, sinónimo de mal negocio.

Entonces sus costas fueron objeto de nuevos reconocimientos, esta vez por los españoles Juan Pérez, en 1774, y Francisco de la Bodega y Cuadra, en el año siguiente. En 1778 el célebre navegante británico, capitán Cook, cruzó el mar de Bering y se internó en el océano Ártico, llegando hasta el cabo Helado. En 1791 nuevamente se navegaron las costas de Alaska: fueron el capitán Malaspina, español, y el capitán Marchand, francés, quienes precisaron detalles de la recortada costa septentrional.

En 1802 los rusos fundaron un nuevo establecimiento en la isla Sitka, al que llamaron del Nuevo Arcángel; fue el primero de una cadena de bases que pronto se siguió por la costa americana. Al cabo, el zar Alejandro dictó un úkase por el que estableció la soberanía de su país sobre Alaska.

Alrededor de medio siglo después, los norteamericanos compraban el territorio a los rusos por poco más de siete millones de dólares.

Alaska es llamada la última frontera porque buena parte de su territorio permanece aún inexplorado.

Los habitantes son esquimales, en la proporción de uno por cada diez.