Los pasos por donde brama encadenado el caudaloso Danubio


Una de las grandes particularidades del Danubio son sus puertas o pasos, sitios donde la montaña ha sido cortada por la corriente incesante del río; es maravilloso el efecto que produce mirar cómo bulle la corriente por el lecho de los hondos y estrechos barrancos abiertos en la roca viva, y se extiende después, a su salida de ellos, por los llanos. En Passau, donde el caudaloso Inn se une al Danubio, sale éste de Baviera y entra en Austria por la puerta llamada austríaca; algo más abajo se encuentra la puerta húngara, por donde el río entra en el país de los magiares. De todas las que sus aguas franquean, la más célebre es la denominada Puerta de Hierro, cuyas paredes de roca se elevan hasta 700 metros de altura; el paso del agua por ella produce tal estrépito que se percibe claramente, como un bramido, a muchos kilómetros de distancia, por la acústica de sus murallas.

Estas puertas fueron siempre excelentes puntos estratégicos para la defensa, pero dificultaban en largos trechos la navegación. Por ello, durante el siglo pasado, se efectuaron importantes obras abriendo canales laterales entre las rocas para permitir el paso de los barcos sin peligro; al mismo tiempo se construyeron embalses para mantener el caudal de las aguas, en especial durante las épocas de los deshielos.

El paisaje del Danubio es más variado e interesante que el del Rin, a pesar que en muchos lugares se asemeja por la analogía de sus castillos y aldeas, que aparecen sobre abruptas colinas. En algunos parajes sus altas orillad están cubiertas de bosques, y entonces el río presenta un aspecto austero y sombrío; en otros, sus aguas corren por llanuras y amplios valles, llenos de verdes islotes, que le dan un riente e inolvidable aspecto. A veces el río se bifurca, como en el rico llano de Viena, célebre en la historia.