Dublín (baile atha cliath), es la capital ed Irlanda


Dublín, cuyo nombre oficial es Baile Atha Cliath en el antiguo idioma gaélico, es una región de memorables recuerdos históricos; desde la columna de Nelson se nos ofrece una vista magnífica de la ciudad y sus alrededores; desde su remate se domina la bahía de Dublín al Este, y alrededor el semicírculo de montañas que cierran el horizonte por la parte de tierra. También se disfruta una hermosa vista de conjunto de la ciudad contemplándola sobre el río Liffey, desde el ancho puente O'Connell, por el cual pueden pasar cuatro automóviles marchando de frente. Ahora bien, para visitar los principales lugares de Dublín se requieren algunos días. Empezaremos por el Museo de Ciencias y Artes, que se encuentra en la orilla sur del río antes mencionado, entre el College Park, en el cual está el Trinity College o Universidad de Dublín, y la Pradera de San Esteban, delicioso lugar de esparcimiento y recreo. Pero lo más digno de atención son los ejemplares del arte cristiano antiguo, recuerdos de la predicación del Evangelio en el país allá por los siglos v y vi. La campana de san Patricio, el cayado de San Columbano y la cruz de Cong, son los recuerdos principales de aquel período. Modelos de las cruces célticas, que se alzan en varias partes de Irlanda, pueden verse también en este Museo, y traen a la mente los penosos trabajos de los antiguos misioneros.

En la biblioteca del Trinity College hay un libro antiguo de los más bellos del mundo: una copia de los Cuatro

Evangelios, llamada The Book of Kells, con espléndidos dibujos en colores y letras iluminadas, perteneciente al siglo VII. Asimismo se guarda en ella la famosa arpa que perteneció al viejo héroe irlandés Brian Boru, que tan duramente castigó a los daneses hacia el año 1000, desalojándolos de Limerick y del Leinster.

Entrando en Dublín se siente verdadera ansia por ver el Castillo, que en otra época fue fortaleza danesa. Desde los tiempos de Enrique II ha sido restaurado varias veces y utilizado para diversos usos. Fue ciudadela, que defendía la ciudad; allí se reunían los tribunales de justicia; en la época de Isabel fue residencia del virrey, y sus salones fueron teatro de célebres saraos y fiestas de gala. En el salón de recepciones había un trono con su dosel formado de seda carmesí.

La gran estatua de bronce de O'Connell nos recuerda a uno de los primeros oradores del mundo. Con todo el brío de su fuerte naturaleza y de su espléndida elocuencia, el ilustre campeón de las libertades de Irlanda trabajó sin descanso hasta la muerte por obtener la igualdad de derechos religiosos para su país.