Dos décadas de disturbios siguieron al establecimiento de la república


El establecimiento de la república señaló para Portugal el comienzo de una terrible serie de disturbios intestinos, que duraron casi dos décadas.

Luego de 1910, intentóse en repetidas ocasiones restaurar la monarquía, pero todas las tentativas fracasaron.

La Iglesia fue separada del Estado en 1911, lo que determinó una tirantez con la Santa Sede, y provocó la ruptura de relaciones un par de años después, aproximadamente.

La primera Guerra Mundial contó a Portugal entre los aliados; respetuosos de su dos veces secular alianza con Inglaterra, los portugueses lucharon contra Alemania en sus colonias africanas. A poco de concluidas las hostilidades, el presidente Sidonio Paes fue asesinado. La situación era crítica en lo político tanto como en lo económico, la desocupación, el hambre y una espantosa miseria asolaban a Portugal. Tres años después, el primer ministro don Antonio Granjo, el almirante Machado dos Santos y otros destacados líderes políticos fueron asesinados.

El ejército decidió poner coto al extremado desorden, y en 1926 se dieron golpes afortunados, que permitieron en el mismo año al general Antonio Osear de Fragoso Carmona asumir la presidencia, que no abandonó hasta su muerte, en 1951, pues fue reelegido en 1928, 1935, 1942 y, por último, en 1949.