Cómo floreció en Palestina la más rbillante época de la civilización hebrea


Como resultado de su falta de unidad política, los israelitas fueron dominados durante considerable tiempo por los filisteos, pueblo no semítico que penetró en el sur de Palestina durante el siglo xii antes de Cristo c introdujo algunos elementos culturales propios de la civilización minoica.

Hacia el 1025 antes de Cristo, los judíos comenzaron una serie de revueltas, y gradualmente fueron ganando terreno, hasta llegar a constituir un pequeño reino, primero bajo la guía de Samuel, y luego de Saúl y David. Este último no sólo logró un éxito completo en quebrar definitivamente la dominación de los filisteos, sino que además logró unir las tribus hebreas del norte y el sur del país en un solo reinado. David ganó reputación como valiente guerrero y melodioso poeta y cantor, al punto que se le llamó “el dulce cantante” de Israel; su hijo y sucesor, Salomón, reinante entre 993 y 937 antes de Cristo, fue testigo del apogeo de la civilización hebrea, que alcanzó un esplendor tan impresionante como el de otras civilizaciones orientales.

A Salomón debióse la erección del' famoso Templo de Jerusalén; maderas, metales y piedras preciosas fueron traídos por caravanas y por navíos desde los rincones más apartados del mundo entonces conocido, para materializar los sueños de arquitectónica grandeza concebidos por los artistas de la corte del rey Salomón; durante la invasión de los babilónicos comandados por Nabucodonosor, el templo fue saqueado y parcialmente destruido.

Después de la muerte del gran monarca reaparecieron las viejas rivalidades entre las tribus israelitas, y el reino de Judá se dividió en dos partes: las diez tribus del Norte se segregaron definitivamente para formar el Reino de Israel, mucho mayor en población y extensión territorial que el reino de Judá, como siguió llamándose la parte sur del antiguo territorio nacional hebreo.

El primer soberano de Israel fue Jeroboam (937-915 a. J. C), que antes fuera alto funcionario de la administración del rey Salomón. Los dos reinos estuvieron siempre separados por rivalidades políticas y asuntos de interpretación religiosa, ya que Jeroboam alentó la construcción de santuarios a dioses extraños al judaísmo, tales como Bethel y Dan.

Por espacio de los dos siglos siguientes, Israel fue conmovido por revoluciones, guerras civiles y asesinatos políticos, mediante los cuales diecinueve soberanos, pertenecientes a nueve dinastías, se abrieron camino hacia las sangrientas gradas del trono Y cuando al final de este turbulento período Jeroboam II (790-749 a. J. C.) logró restablecer el orden y asegurar la paz, y comenzó a vivirse una relativa prosperidad, Israel fue avasallado por el invasor extranjero: sus fronteras fueron arrasadas por los asirios, y la historia de las Diez Tribus se pierde.

Judá, en época contemporánea a los sucesos que acabamos de historiar brevemente, vivió en situación comparativamente estable; su pequeñez y debilidad, paradójicamente, pusiéronlo a salvo de grandes peligros. El corazón del país, y al par su cabeza y la esencia misma de su vida, fue la ciudad de Jerusalén, con su Templo: en todos los restantes aspectos de la vida de una nación, fue Judá sobrepasado y empequeñecido por su poderoso vecino; bien puede decirse que vivió como a la sombra de Israel. Y sin embargo, fue en Judá donde las tradiciones del pueblo judío se conservaron con toda pureza e integridad: los profetas, especialmente Isaías, instruyeron al pueblo en la fe en Jehová, y mantuvieron así la unidad religiosa.

Durante el transcurso de la última década del siglo vii a. de J. C, Judá cayó también en poder de los mesopotámicos; y al comenzar la siguiente centuria, Nabucodonosor, el caldeo, tomó en cautividad a todo el pueblo judío y lo internó en Babilonia. Desmembrado su territorio, dispersa su población, comenzaría el milagro de supervivencia de la nación judía: inspirados por su conductor en el exilio, el profeta Ezequiel, los judíos cautivos en Babilonia crearon una literatura para los suyos y desenvolvieron la institución de la sinagoga.