¿Dónde, como en Suiza, pueden verse tantos y hermosos lagos?
Llega el día de la partida, y lo sentimos. Pero no hay más remedio. Enviamos nuestros equipajes a Gersau, situado en el lago de Lucerna, y con las mochilas a la espalda, trepamos por la colina que se levanta por detrás del Bajo Reichenbach. Desde la cima, contemplamos el lago azul, en; lo hondo. Hay otros lagos más distantes. Dirigimos nuestros ojos hacia! el Rigi y Pilatos, grandes alturas, aunque no gigantes nevados. Luego descendemos al lago, donde tomamos el vapor que cruza hacia Gersau, punto al que hemos de llegar al final de nuestras vacaciones. ¡Qué amena es la travesía del lago, viendo pasar vaporeé y barcazas atestadas de fruta, y reflejarse en las aguas tranquilas la Luna y las estrellas! Las salidas y puestas de Sol son allí incomparables. Hay Jugares espléndidos para pasearse, ya al nivel mismo del lago, ya en las montañas vecinas, frondosas hasta en su cumbre.
Nuestra excursión más prolongada es la que hacemos a la otra orilla del lago, y luego, en tren, a Goeséhenen. Éste ferrocarril es notabilísimo por elevarse a gran altura, dando vueltas y más vueltas y pasando por muchos túneles. Ahora se satisface nuestro deseo de viajar por una carretera suiza. Tomamos el automóvil de Ober-Alp, en Goeschenen.
Echamos una ojeada a la negra boca del túnel que perfora la gran montaña central de San Gotardo; otra al puente del Diablo, y otra a las fortificaciones de los pasos. Y nuestro coche corre hacia Andermatt, siguiendo la carretera, que se hace interminable con sus zigzags, sus vueltas y sus re codos. Mirando hacia atrás, se descubren magníficos paisajes. Finalmente llegamos al lago, en la cima del Ober Alp. Estamos ya cansados, y decidimos bajar al hotel y pasar ¡allí la noche. Para llegar al hermoso Val Tavetsch, de donde parte el Rin en su viaje hacia el lejano mar del Norte, tenemos que descender por un largo y escarpado camino.
Hemos venido a Ober-Alp para ver el nacimiento del Rin. Así nos produce gran desencanto el advertir, Sal día siguiente, que está lloviendo a cántaros. No obstante, a pesar de la lluvia, intentamos subir hasta la llamada fuente del Rin; pero pronto nos envuelve una neblina tan densa, y sentimos un frío tan intenso, sobre todo en los brazos y las piernas, donde se nos pega la humedad, que tenemos que desistir. Por otra parte, la niebla no nos permite ver casi nada.
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