Las fuentes termales del mamut y comienzo de la excursión
Entramos en el parque, situado en los estados de Wyoming, Montana e Idaho, por el Norte, y atravesamos en un ómnibus una región montañosa cubierta de bosques durante un trayecto de ocho kilómetros, hasta que llegamos a las fuentes termales del Mamut, donde descendemos y nos confiamos a los buenos oficios de un experto guía.
-¡Qué colores! ¡Qué colores tan maravillosos! -exclamamos atónitos al pasar nuestra vista del transparente azulado de la neblina que se cierne sobre los estanques a los gastados bordes de un color rojizo y anaranjado, verde y castaño, sobre los cuales el agua caliente fluye lentamente, y de estos colores a la deslumbradora blancura de la capa terrestre del fondo, tan pura y clara como la misma nieve de los Alpes.
-El hermoso matiz de los estanques de la terraza se debe a una especie de organismo, parecido a las plantas, que vive en el agua caliente -nos dice nuestro guía.
De las fuentes termales del Mamut pasamos, yendo en coche por etapas lentas y fáciles, a través de un paraje extraño y salvaje, llamado los Aoj adores o Tierra del Duende. Según la tradición india fue formado por el demonio al resbalar él por una montaña y la esposa de su majestad satánica por otra, lo que dio origen a los Aojadorcs. En realidad, esta horrible región debió de formarse a causa de una montaña que se desmoronó y llenó el abismo que existía junto a su base. Durante los últimos años el gobierno estadounidense ha construido una carretera a través de la Tierra del Duende; pero, debido a las profundas simas sobre las cuales pasa, a veces ocurren hundimientos, que crean un peligro para los viajeros.
Diecinueve kilómetros más allá de las fuentes del Mamut pasamos por una carretera hecha de vidrio sólido, junto a la base del Risco de Obsidiana. A uno de nuestros lados yace el lago Beaver o del Castor, en cuyas tranquilas aguas se reflejan las colinas de la ribera opuesta, cubiertas de pinos; así como a la izquierda se levanta, cual un espejo reluciente, una montaña de cristal bruñido, color de azabache. Junto a la base de esta montaña de cristal la construcción de la carretera ofreció gran dificultad; como no podía usarse la pólvora, se hacían fuegos alrededor de los ingentes bloques, y cuando el cristal se dilataba por el calor, se arrojaba contra su superficie agua fría, que hacía trizas los bloques.
AI continuar nuestra marcha llegamos, por fin, al estanque del Surtidor Norris. Lo primero que atrae nuestra mirada es un vasto manantial hirviente de agua de color azul pálido, el ruido de cuyas rugientes y embravecidas masas había llegado a nuestros oídos tres o cuatro kilómetros antes. Llámase la Balsa del Congreso, y se cree que se convertirá en geiser, dada la violencia de su empuje. Desde la Balsa del Congreso hacemos a pie un corto camino para visitar el geiser principal del Estanque Norris. Descubrimos su boca (de la cual surgen bocanadas de vapor y pequeños chorros de agua hirviente), situada al pie de una colina de rocas de color brillante; pero no está en actividad, y sus erupciones ocurren sólo cada seis horas, por lo cual volvemos al coche y nos apresuramos a ir hacia los estanques del geiser Inferior y del otro denominado la Mitad del Camino.
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