El medio acre del infierno y el diablo por dondequiera


Aquí nos apeamos y visitamos un sitio llamado con razón el Medio Acre del Infierno. Son tan horribles, tan espeluznantes los abortos de la Naturaleza que se ven en este parque, que sugieren casi inconscientemente en el espíritu la idea del diablo y su morada, según puede observarse por los nombres dados a ciertos sitios, tales como el Pulgar del Diablo, la Cocina del Diablo, la Ponchera del Diablo, la Sartén del Diablo y el Medio Acre del Infierno. En realidad, este último paraje hace pensar en el lugar cuyo nombre lleva, pues densas masas de vapor se ciernen sobre la tierra, y un intenso olor de azufre nos sofoca; el aire está lleno de sonidos estridentes y el propio suelo que uno pisa es caliente. Seguimos al guía, marchando cautelosos sobre la costra volcánica, hasta que llegamos a una loma con pequeños estanques que se hinchan y proyectan sustancias pastosas de todos los colores imaginables: precioso crema, anaranjado vivo, azules brillantes, morados y rojos: “Los potes de pintura del Diablo.”

Nos volvemos con un sentimiento de alivio para visitar el mayor geiser del mundo, el Excelsior. Las erupciones son muy poco frecuentes, y sólo vemos una gran abertura rebosante de aguas de un azul claro circuida de muros con incrustaciones de un blanco perla que nos llaman la atención.

Otro geiser, de gran interés para los turistas, se halla cerca de allí y tiene una boca de unos seis metros de circunferencia; su agua, de un azul claro, es tan transparente, que podemos ver, hasta cinco metros de profundidad por lo menos, cómo suben desde el fondo las burbujas y se deshacen en la superficie.