Japón agranda sus conquistas y Estados Unidos se prepara para la batalla final


Estados Unidos y Gran Bretaña estaban dedicados por entero a la lucha contra Alemania, y la actitud de Japón provocó desconcierto en las pocas fuerzas que mantenían en Oriente. Valiéndose de ello, los ejércitos del Mikado ocuparon gran número de islas del Pacífico, las Filipinas, y llegaron a amenazar a Australia y a la India. A pesar de ello la reacción no se hizo esperar y pronto el poderío de los aliados comenzó a invertir los papeles. La pérdida de Luzón, las Filipinas e Iwo Jima por parte de los nipones, señaló la declinación de su poderío. Los aviones estadounidenses comenzaron a atacar el territorio metropolitano japonés. A pesar de ello parecía que la guerra duraría aún mucho tiempo cuando, inesperadamente, una nueva arma de los aliados produjo la repentina derrota del Japón: la primera bomba atómica fue arrojada sobre la ciudad de Hiroshima y destruyó todo lo existente en un radio de quince kilómetros. Dos días después Rusia también declaraba la guerra a Japón.

El efecto que la primera bomba atómica produjo en el Japón fue el terror; sus militares comprendieron que nada podían hacer contra los aliados; además sus amigos, Alemania e Italia, estaban derrotados. Sintieron en carne propia los horrores de la guerra que desencadenaran, y después que una segunda bomba atómica cayó sobre Nagasaki, el Emperador se apresuró a pedir la paz.