Darío pasa a Europa por medio de un puente de barcas


Desde los países que rodean el río Indo se extendía el imperio hasta los mares Caspio y Mediterráneo, y se internaba en Egipto, donde abrió Darío un canal que ponía en comunicación el Nilo con el mar Rojo. Construyéronse por orden suya magníficas carreteras que conectaban las diversas provincias imperiales, así como puentes, posadas, atalayas, y se estableció un servicio imperial de correos. Darío pasó también a Europa a través del Bósforo, y llegó a cruzar el Danubio; así ensanchó los límites del imperio y preparó el camino para nuevas conquistas en Occidente.
Se aproximaba, empero, una gran lucha. Las provincias del Asia Menor que Ciro había conquistado estaban habitadas por griegos procedentes del archipiélago Egeo, los cuales eran muy amantes de la libertad y odiaban el gobierno de una monarquía absoluta. El descontento fue aumentando por grados, lo que dio origen a rebeliones que fueron castigadas de una manera salvaje, y a amenazas de venganza. Darío estaba sobre todo furioso contra los atenienses, quienes, no contentos con ayudar a sus conciudadanos a través del mar, se negaron a acatar las decisiones del gran rey.
Entablóse una lucha feroz contra los griegos del Asia Menor, cuyas ciudades fueron incendiadas y cuyos habitantes, que a menudo guerreaban unos con otros, dominados por el número abrumador del ejército de Darío, fueron vencidos y aniquilados; y de este modo, las bellas y esplendorosas costas, con sus islas bañadas de sol y sus encantadoras bahías se convirtieron en desiertos llenos de desolación.
Y entonces Darío "recordóse" de los atenienses: envió contra ellos un ejército numerosísimo, reclutado en todos los países de su imperio y al mando de su yerno, el cual cruzó el Helesponto, que hoy llamamos estrecho de los Dardanelos, sobre un puente de barcas -de igual modo que Darío cuando fue a conquistar a los escitas del Danubio- e invadió la región conocida hoy en día con el nombre de Balcanes. Abrigaban los invasores la esperanza de aniquilar en poco tiempo al enemigo; pero los temporales hicieron zozobrar sus embarcaciones, les escasearon los víveres, y los fieros habitantes de Macedonia y Tracia se hicieron fuertes sobre sus desfiladeros y riscos y lograron cerrarles el camino; de suerte que el ejército se vio precisado a repasar el estrecho sin haber llegado a Atenas.