Aspecto general y físico del territorio coreano
La topografía y la vegetación del territorio coreano en el sur de la península son sumamente similares a las de la región meridional de Japón. Es decir, que encontramos bosques de pinos, mezclados con robles y nogales. Posee esta zona una breve pero marcada estación de lluvias en abril. Estas precipitaciones son muy importantes porque proporcionan el agua necesaria para el regadío de los cultivos de arroz, y convierten los campos del sur de Corea en una región arrocera ideal.
De esta cuenca agrícola meridional o, para llamarla con más exactitud, sudoccidental, que es, sin lugar a dudas, la mejor región de la península, pasamos a la región sudoriental.
Aquí las condiciones propias del suelo son distintas. La principal ocupación es la cría y explotación del gusano de seda. La vida de los campesinos dedicados a la sericicultura es tan miserable como la de los cultivadores de arroz. Y si consideramos que el 85 % de la población coreana está representada por campesinos, podemos formarnos un panorama general de la pobreza y privaciones que padecen. Esta región, en la que se encuentra el puerto de Fusán, el más antiguo e importante de Corea, cuenta además con excelentes y numerosas vías de comunicación, por lo que no es aventurado pronosticarle un extraordinario desenvolvimiento en un futuro próximo.
Avanzando hacia el Norte, la península está surcada por un espinazo montañoso, que recuerda a los Apeninos, en Italia, y que se encuentra más cerca de la costa oriental que de la occidental. En consecuencia, los ríos que desembocan en el mar Amarillo son de mayor longitud que los que desaguan en el mar del Japón, y algunos de ellos son navegables en considerable trecho.
Las montañas coreanas tienen alturas que sobrepasan los 2.500 metros, y la elevada meseta de Kaima, que se resuelve hacia el Sur en la cordillera de Taihaku, está escasamente poblada y despojada totalmente de los bosques que otrora cubrían sus laderas, y que ocupaban el 70 % de la superficie de la península.
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