Catedrales y fábricas a orillas del Rin


La región de la confluencia del Ruhr y el Rin constituye el corazón de la vida económica alemana; allí, además de las industrias siderúrgicas que hemos mencionado, hállanse diques y astilleros, centros de contratación de granos y de maderas, fábricas de muebles y de toda clase de artículos; navegan por el Rin toda clase de embarcaciones de cabotaje y pasajeros, pues sus aguas pueden navegarse desde su embocadura, en Holanda, hasta Maguncia, y éste es uno de los modos más apacibles de recorrer esta admirable región alemana. Dejando atrás la parto de] río, en la que lo sorprendente de la actividad industrial compensa una cierta monotonía del paisaje, llegaremos a Colonia, llamada Koln por los germanos. Es ésta una de las ciudades más famosas del mundo; fue fundada hacia el año 50 de nuestra era por los romanos, que establecieron allí una colonia y apostadero militar. Posteriormente fue regida por los francos, y mucho después, como miembro de la Liga Hanseática, comenzó a progresar aceleradamente por obra de sus comerciantes. Durante el siglo pasado transformóse en un nudo ferroviario de vital importancia, y en centro industrial de no menor trascendencia. Fue también tremendamente bombardeada durante la segunda Guerra Mundial. Posee Colonia muchos edificios monumentales, dignos de mencionarse por su belleza gótica. Pero será siempre recordada, especialmente, por dos cosas: por su catedral, y por haber sido el lugar de origen de la famosa “agua de Colonia”, perfume conocido en todo el mundo, que la tradición quiere haya sido por vez primera preparada en esta ciudad.

La catedral de Colonia merece un párrafo aparte. Lo primero que nos impresionará de ella es la altura y la esbeltez de su torre, que llega a los 157 metros. Su construcción comenzó en el año 1248, y se concluyó durante el siglo xix. Se la considera el exponente máximo de la arquitectura religiosa gótica. El gobierno alemán tomó providencias de seguridad tales, que los bombardeos prácticamente no la afectaron, aunque su estructura superficial sufrió algunos daños. Ello resulta casi milagroso, si se considera que, de acuerdo con los datos aliados, más de 42.000 toneladas de bombas fueron arrojadas sobre Colonia en los dos últimos años de la guerra. Las reparaciones duraron dos años, y en 1948 fue reabierta al culto. Salvóse así una de las más preciadas joyas creadas por el hombre, que el hombre mismo estuvo a punto de destruir.