Cómo los músculos se degeneran si sus amos son destruídos


Cuando se mata una rana, es muy fácil separar el músculo de la parte carnosa de la pata, y el nervio, que es el dueño o director de dicho músculo. Si éste se mantiene caliente y humedecido en agua ligeramente salada, ambos órganos se conservarán vivos durante un tiempo bastante largo, constituyendo lo que se llama una preparación músculo-nerviosa, en la que hay tema para estudiar durante muchos meses. Si pinchamos el músculo o lo sometemos a la acción de varios compuestos químicos o a la de determinadas excitaciones eléctricas, no ocurre nada, pero si esto se hace con el nervio, el músculo se contrae, mientras ambos órganos se conserven en estado de vitalidad. El músculo no hace, pues, más que obedecer las órdenes de su dueño.

El nervio está constituido por una fibra o por gran número de ellas, que proceden de una o muchas células nerviosas; el nervio no es más que la vía comunicante; él, al igual que el músculo, es incapaz de iniciativa por sí mismo; el verdadero dueño es la célula nerviosa, residente en la médula espinal o en el cerebro. En la actualidad conocemos los grupos de células nerviosas de la médula o del encéfalo que corresponden a cada uno de los músculos de nuestro cuerpo. Si algo destruye estos grupos celulares, los músculos correspondientes se paralizan y degeneran. Los músculos son los servidores de las células nerviosas, y éstas transmiten órdenes a los músculos por intermedio de los nervios.