Cómo la educación nos ayuda a tener real dominio sobre nuestros músculos
Y estas consideraciones nos conducen al punto más importante de la cuestión. Lo que necesita todo ser provisto de músculos es que éstos sean dóciles ejecutores de sus propósitos; nosotros nos preocupamos poco de los músculos en sí mismos pues nunca damos una orden a un músculo determinado. En efecto, ningún animal, ningún niño y pocas personas adultas saben una palabra de los músculos y, sin embargo, todos pueden hacer uso de ellos. En la parte más noble del cerebro, órgano esencial en las determinaciones voluntarias, ningún músculo está representado, como tal, por las células nerviosas; las agrupaciones de éstas en el cerebro no representan músculos individualmente, sino grupos musculares; por lo que tales células representan propósitos, pues cada grupo muscular sirve para ejecutar un propósito determinado. En cada movimiento que ejecutamos, excepto aquellas súbitas sacudidas de las piernas que a veces nos sobrevienen estando en la cama, intervienen siempre todos los músculos que constituyen una determinada agrupación muscular.
La mitad de la educación del niño consiste en convertir la torpeza del infante en la destreza de las personas adultas, ejercitando los músculos, no para hacerlos grandes o desarrollados, sino para acostumbrarlos a actuar por grupos en la ejecución de nuestros propósitos. Por este motivo cada vez damos más importancia a los juegos y a los ejercicios corporales en la educación de los niños.
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