Cómo la piel cambia incesantemente y las células vivientes que la constituyen son empujadas hacia arriba y mueren


La totalidad de la piel está constituida por células que forman la dermis y la epidermis; las de la primera son células vivientes y, cuando han alcanzado una magnitud determinada, se dividen, formando cada una dos nuevas células: esta división continúa sin cesar verificándose precisamente en la capa más profunda de la piel, y las células preexistentes son empujadas en todo momento hacia arriba y hacia fuera por las células jóvenes que constantemente se están formando. Pasado algún tiempo, las células más antiguas mueren y, haciéndose entonces córneas y planas, forman la epidermis o piel externa que protege la dermis y cubre todo el cuerpo. No tardan en llenarse de inmundicia procedente del exterior; pero la frotación las va continuamente desprendiendo, y son reemplazadas por nuevas células. De esta manera la piel de nuestro cuerpo puede mantenerse siempre limpia. La dermis contiene otros muchos elementos, además de las células que se dividen, crecen y constituyen después la epidermis, pero ésta solamente contiene las células muertas de que se ha hecho ya referencia; sentado esto, nada más cabe decir aquí acerca de tal materia.