Los bastoncillos del ojo que nos permiten ver con poca luz
Se ha demostrado últimamente que los bastones nos permiten distinguir con poca luz lo que los conos no pueden percibir. La ordinaria luz del día es tan intensa que los bastoncitos se fatigan con ella y quedan inútiles; por consiguiente, con tal luz vemos tan sólo por los conos. Pero la cosa varía, cuando los bastones han permanecido protegidos por algún tiempo contra un exceso de luz. Cuando esto sucede, han tenido ocasión de rehacer los materiales químicos que les son necesarios para el desempeño de sus funciones y pueden obrar entonces.
Veamos lo que sucede: cuando entramos en una habitación oscura o cuando salimos de un lugar muy alumbrado en una noche sin luna, pero estrellada, todos sabemos que al principio no vemos nada, y solamente al cabo de un rato empezamos a distinguir. Hasta tiempos muy recientes se ha creído que este hecho se debía tan sólo a que la pupila tenía que dilatarse en la luz débil, a fin de que pudiera entrar en el ojo mayor cantidad de rayos. Esto es cierto, pero ahora sabemos que es únicamente una parte de la verdad.
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