Una partícula esférica de materia viviente que puede moverse por sí misma
Por tanto, si coméis una patata cruda, los jugos del estómago no pueden destruir las paredes de celulosa en que está encerrado el almidón; pero, cuando la patata está cocida, las paredes de celulosa se han transformado y entonces nuestros jugos digestivos son aptos para obrar sobre el almidón, y convertirlo en azúcar que pasa a nuestra sangre y nos da fuerza. Esto es cuanto se necesita saber respecto a la pared celular, por lo cual volveremos. ahora a la parte realmente viva de la célula que es la más interesante.
La ameba posee una delgadísima pared, llamada ectodermo.
La ameba puede ser considerada entones como una partícula esférica dotada de vida, que puede moverse por sí misma.
Para realizar tal cosa, la ameba efectúa lo siguiente: hincha hacia fuera un lado de su cuerpo y entonces empuja el resto en pos de aquél. No se arrastra tan fácilmente como un gusano pero lo hace de igual modo. Sin duda habréis oído hablar del cloroformo; es un líquido que parece agua, pero dotado de un penetrante olor,; que se hace aspirar, cuando es menester practicar una operación quirúrgica. Entonces produce sueño de una manera particular, de suerte que el operado no siente el dolor; lo cual sucede porque, el cloroformo obra sobre las células del cerebro, y suspende su funcionamiento; ahora bien, como todas las células vienen a ser, en realidad, las mismas, todos los verdaderos venenos, como el opio y el cloroformo, el ácido prúsico y demás, causan iguales efectos sobre ellas.
Examinemos una ameba, arrastrándose bajo del microscopio; si añadimos una misma cantidad de cloroformo al agua en que se mueve queda envenenada, detiene su movimiento y se repliega sobre sí misma en forma de una bola redonda.
Aparte esto, si se añade demasiado cloroformo, la ameba puede quedar muerta, de igual manera que puede morir un hombre a quien se le haya hecho aspirar cloroformo en exceso. ¿Comprendéis, ahora, lo interesante de que el mismo material pueda hacer sentir su acción de igual modo sobre toda clase de células vivientes? No vayáis a imaginaros, sin embargo, que las I células de nuestro cerebro ofrezcan el mismo aspecto que la ameba ni qué se arrastren como ésta. Su función es muy distinta; todos son, no obstante, seres vivientes y por más diversos que sean sus destinos, desde el momento en que vemos que su vida puede ser detenida al quedar cloreforinizados, deduciremos que, en realidad, toda vida orgánica es una e idéntica en cuanto a sus últimos elementos. Tal es la enseñanza que se desprende respecto a todos los seres vivientes que hemos estudiado.
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