LA ESPECIE DE VIDA MÁS SENCILLA


Ya dejamos dicho algo sobre los más diminutos seres vivientes, y sabemos cuan admirables e importantes son en el mundo los microbios que nuestros ojos no pueden percibir. Ahora vamos a aprender algo más acerca de tales seres, algo que contribuya a hacernos comprender la unidad que reina en todos los dominios de la vida. El microbio es el más sencillo de los seres vivientes, y consta dé una sola célula. Todo ser viviente está compuesto de células. Así como una casa está¡ formada de habitaciones; así como una familia está constituida por personas; así como un todo está integrado por sus partes; así también todo ser vivo se compone de partes, y estas partes son las que llamamos células. En las células hallamos el verdadero comienzo de la vida; y no hay vestigios de vida más allá de ellas. Un niño, una joven, un roble, una araña están constituidos por millones de células; y el microbio no es a su vez más que una célula. De eso trataremos ahora y veremos cómo la vida del microbio en nada se ¡diferencia de la de los otros seres.

Hablamos últimamente de los seres vivientes más diminutos. En realidad, difieren mucho de nuestros cuerpos, y algunos son terribles enemigos de nuestra salud; pero habremos de ocuparnos de ellos desde luego en nuestro estudio, pues de no existir esos pequeñísimos seres, no sería posible ninguna vida orgánica superior. Otra importante razón para proceder así, es que en la vida resplandece una maravillosa unidad, a pesar de sus variadas manifestaciones, y, por tanto, si queremos estudiar la vida, hemos de empezar por sus formas más sencillas.

Ahora bien, cada microbio, es una célula viva y simple; y de ahí que no sólo sea interesante el microbio por sí mismo, sino también porque todas las criaturas están constituidas por células vivientes, de lo cual resulta que el estudio del microbio nos prepara progresivamente para el de las más elevadas formas de vida.

Todos los seres vivientes que pueblan la tierra, un musgo, un hombre, un microbio, un mono o un pez, se componen de células vivas; pero si consideramos el mundo total de la vida, veremos que puede establecerse una gran división. En un grupo, incluiremos los seres vivientes que están compuestos únicamente de una célula; en el otro los que constan de más de una célula. Los seres unicelulares fueron, sin duda, los primeros que aparecieron en la Tierra; y podemos ¡hablar extensamente de ellos, aunque para contemplarlos tengamos necesidad del microscopio.

La mayor parte de los seres pluricelulares se nos ofrecen en el mundo visible, animal o vegetal; pero, aunque exista tan enorme diferencia entre un roble y un microbio, por ejemplo, pues ¡el primero contiene incontables billones de células, y el segundo una sola, y aunque esa diferencia radique en caracteres inmensamente más importantes que el relativo al número de células; a pesar de todo, vemos que guardan entre sí asombrosa semejanza ya se trate de la célula simple de un microbio, ya sea la de una hoja de roble, o la de la piel de nuestra mano; o de otra parte cualquiera. Conocer el secreto de la célula es conocer el secreto de la vida, y la primera gran lección que debemos aprender es la muy importante de la unidad viviente en los diversos seres.

Bien sabemos que la ciencia en cualquier ¡ramo de conocimientos es tanto más perfecta y elevada, cuanto con mayor verdad alcanza a penetrar la unidad en lo múltiple y vario; lo cual se aplica al caso del mundo de la vida, con su infinita variedad, pues sólo en escarabajos hay 80.000 especies diferentes. Sin embargo, cuanto más cuidadosamente examinemos esta variedad inmensa, con tanta mayor claridad veremos que todo puede reducirse a la admirable eficiencia de una unidad, y que esta unidad es la célula viviente.

En todas las cosas que tomamos por objeto de nuestro estudio, deseamos descubrir los elementos simples que las componen. Presentaremos uno o dos ejemplos. Cuando estudiamos naciones y pueblos, procuramos averiguar cuáles son sus componentes. Vemos que todas las sociedades empiezan en la familia: padre, madre e hijos, conviviendo juntos; este es el constitutivo primordial del que no pueden pasar nuestras investigaciones sociológicas. Análogamente, al estudiar la materia necesitamos indagar cuáles son sus elementos, si es posible, y así hallamos que la materia está compuesta de átomos.