La gran multitud de corrientes nerviosas que van al cerebro cuando oímos música


¡Cuan grande debe ser el número, delicadeza y variedad de corrientes nerviosas que pasan por el nervio de la audición, cuando un gran maestro dirige una nutrida orquesta y oye por separado cada uno de los instrumentos y de cada uno de ellos puede decir si está o no en tono! ¡Cuan delicadas las variedades de corriente que son posibles, si tenemos presente que nos impide confundir la voz de un amigo con la de otro, y que al cabo de veinte años el sonido de una sola sílaba puede revelarnos la presencia de una persona a la que no hayamos visto durante todo ese tiempo!

Un órgano tan complicado como el oído interno, debe de tener, en efecto, la facultad de apreciar ligeras diferencias entre los sonidos. Pero el oído interno sin el nervio de la audición, no tendría utilidad alguna, y cada una de estas ligeras diferencias que se aprecian en los sonidos, significa también que existe asimismo una ligera diferencia en la corriente que transmiten las finísimas hebras que constituyen en conjunto el maravilloso nervio de la audición.