El verdadero oído del cerebro que no puede oír poco ni mucho por sí mismo
Sabemos, no obstante, con certeza, que este verdadero oído cerebral no puede percibir directamente el sonido. La parte del cerebro que recoge la sensibilidad táctil no percibe tampoco nada si se la toca directamente. El cerebro tan sólo percibe las sensaciones que llegan hasta él por las vías normales. El objeto de nuestro estudio es, pues, ahora, la vía por la que el sonido llega desde el exterior al centro acústico del cerebro. Quizá la palabra oído debería propiamente comprender la descripción de todos los órganos relacionados con el sonido, desde la superficie exterior del cuerpo hasta las células nerviosas, donde tienen lugar las percepciones sonoras.
Si empezamos nuestro estudio en la superficie externa del cuerpo, hallamos en nosotros mismos y en la mayor parte de los animales superiores un par de órganos que se proyectan de la cabeza, que son los únicos órganos del oído visibles al exterior, y que se llaman las orejas, siendo, por lo menos en el hombre, la parte menos importante de todo el organismo de la audición. Todos hemos visto que un perro levanta las orejas para escuchar, y así podemos comprender que la verdadera función de las mismas consiste en recoger las ondas sonoras.
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