Ingeniosas defensas de la cabaña construida por Crusoe
Aguzó los extremos de las estacas y rellenó los intervalos entre éstas con cables sacados del buque; colocó otras estacas en el interior apoyadas unas contra otras, de cerca de 70 centímetros de altura, a manera de puntales para sostener un poste. Era tan sólida la obra, que ningún hombre ni animal hubieran podido atravesarla. No dejó ninguna puerta, y para facilitar la entrada construyó una escalerilla que se levantaba y bajaba cuando era menester.
Dentro de esta cerca o fortaleza, fabricada con infinito trabajo, acumuló todas sus riquezas, provisiones y enseres, y aparejó para tal fin dos tiendas, una más pequeña e interior y otra más grande que la envolvía; después de lo cual lo cubrió todo con un encerado que halló a bordo.
Observando que la roca de la parte de atrás se presentaba ligeramente excavada, como si fuese la entrada de una cueva, y era algo blanda; ensanchó la oquedad y la dedicó a cocina. Repartió la pólvora en un centenar de sacos y los distribuyó en distintas partes de la roca, para que en caso de explosión no se perdiera toda.
A fin de que le fuera imposible perder la cuenta del tiempo, grabó las siguientes palabras en un ancho poste: “Me hallo en este sitio desde el 30 de setiembre de 1659”, y haciendo con otro madero y el poste una especie de cruz, la plantó en la playa. A los lados del poste trazaba cada día una raya, haciéndoles más largas, de siete en siete, para señalar los domingos y contar las semanas. De esta manera contaba Robinson el tiempo.
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