De qué modo Picaporte entró a formar parte de un circo
Esta idea fija en su mente, estando aún medio embriagado, logró hacerle abandonar el fumadero de Opio y emprender su camino hacia: el vapor, en el que cayó rodando sobre cubierta en el instante en que el barco emprendía la marcha. Calcúlese su congoja, cuando, al volver en sí al día siguiente, descubrió la locura que había hecho. El 13 de noviembre se encontraba en Yokohama y como 'no poseía dinero, se vio obligado a ingresar en una compañía de acróbatas, llamada de los Narigudos, porque todos ellos llevaban unas ridículas narices muy largas cuando efectuaban sus ejercicios en el circo. Como esta compañía iba camino de América, Picaporte creyó que el mejor medio para llegar allí, ahora que había perdido su dueño, era juntarse a ellos. Su fuerte musculatura lo hacía muy a propósito para formar la base de la “pirámide humana”, que era el trabajo de mayor atractivo del repertorio de los Narigudos. Un día, ejecutando ese trabajo de: tanta responsabilidad, se olvidó de, pronto de su cometido, y dejando que la pirámide humana se viniera al Suelo, echó a correr para arrojarse a los pies de un espectador gritando: “¡Mi amo!, ¡Mi amo!”
-¿Tú aquí? -dijo Fogg-. Pues al vapor inmediatamente.
Pero mister Fogg tuvo que entregar antes un buen puñado de billetes de banco al empresario del circo, para que dejara marchar al Narigudo. Y Picaporte, con la alegría de haber vuelto a hallar a su dueño, fue andando hasta el vapor, sin pensar en la grotesca nariz que llevaba puesta.
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