Inicio del antiguo poema alemán
Hace mucho tiempo, en los primeros días de la era cristiana, habitaba en la región de los Países Bajos un joven héroe, llamado Sigfrido, que había conquistado con su fuerza y valor el tesoro inagotable de los nibelungos, con el país que poseían éstos y su famosa espada Balmung. Oyó hablar Sigfrido a unos viajeros, que llegados a la corte de su padre el rey Sigemundo, de una doncella maravillosamente hermosa, hermana del rey del país del Rin, y cuya fama se había extendido hasta las más apartadas regiones. Esta bella joven, cuyo nombre era Crimilda, no quería dar su mano a ninguno de sus numerosos pretendientes, porque no sentía ningún deseo de casarse.
Al oír Sigfrido el relato de la hermosa Crimilda, sintió nacer el amor en su corazón y juró hacerla su esposa. Viendo sus padres que no podían disuadirle de su resolución, le dieron una escolta de valientes caballeros; y el bizarro Sigfrido se dirigió con ellos a Worms, capital donde residía Gunther, rey del país del Rin.
Después de siete días de marcha llegaron a Worms, donde fueron muy bien recibidos por Gunther, a cuyos oídos ya había llegado la fama de Sigfrido. Quedóse éste un año en la corte, interviniendo en las justas y torneos; pero ni una sola vez pudo ver a la hermosa dama por la cual había venido. Sigfrido sobrepujó en hazañas a todos los caballeros de Borgoña, y Crimilda, aunque sin dejarse ver, no se cansaba de observarlo desde su celosía.
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