DOÑA JUANA "LA LOCA"
Esta hija de los Reyes Católicos nació en Toledo, España, en noviembre de 1479.
¡Qué vida la suya tan tristemente célebre y a la vez tan interesante!
Fue educada con gran esmero, como todos sus hermanos, por su madre, doña Isabel, y distinguióse la princesa por su claro talento y su facilidad pava aprender.
En 1496 pasó a Flandes para contraer matrimonio con el archiduque Felipe de Austria. Este príncipe, aunque de estatura relativamente corta, era de tan regulares facciones, distinguido porte y fino trato, que mereció el dictado de el Hermoso, con que lo conoce la Historia. Nada tiene de extraño, por tanto, que cautivase el impresionable corazón de doña Juana, quien sintió por él una de esas violentas pasiones que deciden en un minuto el porvenir de las humanas criaturas. Don Felipe no correspondió al amor de su esposa ni le fue fiel. Al casarse con ella sólo ambicionaba ceñir a sus sienes la corona de España, y no abandonó por un instante su vida de aventuras.
Doña Juana acompañó a su marido en los Países Bajos; allí, en Gante, nació el futuro emperador Carlos I de España y V de Alemania, y allí permaneció hasta 1502, año en que fue llamada por su madre, la reina Isabel, quien la hizo entonces reconocer como su heredera en la Corte de Castilla.
Don Felipe regresó a los Países Bajos para continuar, lejos de la severa Corte de Castilla, su existencia aventurera. Doña Juana corrió tras él, celosa y enamorada, sin que el nacimiento del príncipe don Fernando le atrajese el amor de su marido.
Muerta la reina Isabel la Católica, su esposo, el rey Fernando, convocó Cortes que prestaron juramento de fidelidad a doña Juana como reina de Castilla y a él como regente. La gran reina, al morir, temiendo por la razón de su hija, que ya había mostrado ciertas anomalías cuando su marido marchó solo a los Países Bajos, tuvo la precaución de nombrar regente a don Fernando, por si doña Juana «no quisiera reinar». Delicada manera de salvar la incapacidad de su hija, perturbada por su desmedido amor por Felipe.
Pagina anterior: "Lo que os he relatado no es siquiera la mitad de lo que yo he visto"
Pagina siguiente: El efímero reinado de Felipe el Hermoso y la locura de Doña Juana