EL MANCO DE CURUPAYTY
Se llamaba Cándido López; era natural de Buenos Aires y sentía pasión por la pintura. Al estallar la guerra con el Paraguay se alistó entre los primeros y partió, llevando sus pinceles y su libreta de apuntes.
En Curupayty, la sangrienta batalla, fue herido en el brazo derecho. Su herida adquirió tal gravedad que el médico se vio en la triste necesidad de amputárselo. Al hacerlo, le dijo afligido:
-¡Ya no podrá usted seguir pintando!
-Se equivoca, doctor. Continuaré, y usted será el primero en tener noticias del resultado.
Y en plena campaña, poniendo en juego toda su voluntad, inició la educación de su mano izquierda. ¡Heroica decisión! ¡Cómo sufrió en la prueba! Pero Cándido López era hombre de temple poco común, poseía un patriotismo ardiente y una voluntad extraordinaria; pensaba que había necesidad de documentar aquella guerra y se consagró a esa tarea.
En el Museo Histórico Nacional de la Argentina se conservan muchas de sus obras. En el cuadro que representa la batalla de Curupayty, una mancha de sangre marca el lugar en que fue herido el soldado pintor, que no se dejó vencer por la adversidad.
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