¡Eureka!
Había construido un joyero, por encargo del rey Hierón II, de Siracusa, una corona de oro. Como éste sospechara que había en el metal cierta cantidad de plata, encargó a Arquímedes que, sin deteriorarla, lo averiguase.
El problema tuvo preocupado durante un tiempo al gran geómetra, el cual al salir cierto día del baño donde hallara la solución, recorrió desnudo las calles de Siracusa gritando: “¡Eureka!”, que significa: ¡Lo he encontrado!
Se cita esta exclamación cuando se quiere significar que se ha hallado la solución a un problema que nos tenía preocupados.
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