Contribuir con su óbolo
Carón, considerado entre los paganos como el barquero del Averno, tenía la lúgubre misión de transportar, a través del río Aqueronte, las almas al otro mundo, mediante el estipendio mínimo de un óbolo, moneda de ínfimo valor.
Así se explica que los primitivos gentiles colocasen tal moneda en la boca de los muertos para el pago del pasaje, sin cuyo requisito Carón los condonaba a errar vagabundos, durante cien años, a lo largo de la ribera, antes de conducirlos a la morada de los muertos, según se practicaba con los suicidas y con los traidores a la patria, quienes, por expreso mandato de la ley, no llevaban el óbolo.
Esta frase significa hoy aportar una cantidad mínima para un fin determinado, generalmente benéfico.
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