El bálsamo de Fierabrás
Fierabrás, legendario gigante sarraceno, hijo de Balan, emir de Antioquía, poseía un bálsamo sanalotodo cuyos ingredientes, conocidos por don Quijote, eran los siguientes: romero, sal, aceite y vinagre, más ochenta paternóster e igual número de avemarias, salves y credos. Las virtudes de este salutísimo bálsamo eran radicalísimas; óigase lo que don Quijote decía a Sancho: “...no tienes más que hacer sino que cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo (como muchas veces suele acontecer), tomas bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sutileza, antes que la sangre se hiele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo; luego me darás a beber solos dos tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana”. Ya se echa de ver las aplicaciones a que puede dar lugar esta frase.
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