UNA MUCHACHA PRUDENTE
En otro tiempo hubo un rey, llamado Ina. Era un hombre alto, valiente y hermoso, pero tenía un gran defecto: la menor cosa le molestaba y le hacía montar súbitamente en cólera. Como conocía su genio, resolvió casarse con una muchacha prudente que supiera moderarlo y gobernarlo. Una tarde salió a caballo por el interior de un extenso bosque, y sintiendo sed, se paró junto a la cabaña de un leñador para beber leche. La bonita hija del labrador, Edit, se la trajo, y, cuando él le devolvió el pichel, le dijo seriamente:
-Soy el rey Ina. Vacía todos los mares del mundo con este pichel, y te haré mi reina.
Edit entró en la cabaña y salió luego con un puñado de estopa, la entregó al rey Ina, y le dijo muy alegremente:
-Detened con esta estopa todos los ríos, y haré lo que vos deseáis.
-Tú eres la muchacha que busco -repuso el rey Ina.
Y la sentó sobre su caballo y la condujo a su palacio; pero poco antes de ir a casarse, Edit le dijo:
-Vos sabéis que tenéis un temperamento muy brusco, por lo cual me habéis de prometer que si os enfadáis conmigo y me arrojáis del palacio dejaréis que tome conmigo, al irme, un recuerdo.
El rey Ina convino, naturalmente, en ello, y estando cierta noche cenando, Ina se molestó por un buen consejo que su esposa le dio., y gritó:
-Te metes demasiado en mis cosas. Mañana volverás a la cabaña con tu padre.
Aprovechando un momento en que su esposo estaba de espaldas echó ella una droga en el aguamiel que él primero iba a ingerir, la cual le hizo caer en un sueño profundo, y durante el mismo ella le hizo llevar callandito a la cabaña del bosque.
-¿Quién me ha traído aquí? -vociferó furioso el rey, al despertar a la mañana siguiente.
-Yo fui, querido mío -contestó la reina Edit-. Vos sois mi recuerdo.
-¡Ah! -dijo el rey Ina, besándola-, hice bien en casarme con la más bonita a la par que la más prudente muchacha de mi reino.
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