EL HONOR BIEN INTERPRETADO


Dos oficiales jóvenes del ejército francés, Valentín y Marcelo, se habían criado juntos desde niños, en la adolescencia compartieron los estudios, siempre estaban acompañándose y eligieron de común acuerdo la carrera de las armas. Por esa unión y afinidad se los mencionaba siempre como ejemplo de amistad, compañerismo y generosidad.

En su larga convivencia, nunca habíase suscitado entre ellos la más pequeña diferencia o disentimiento, cuando un accidente desgraciado, y que suele ser tan frecuente, los tuvo al borde de enemistarse para siempre.

Una noche, francos del servicio, estaban jugando a las damas en un café acompañados por varios oficiales. La suerte favorecía a Valentín en forma tan reiterada que le causaba mucha gracia ese capricho del azar; reíase de su buena suerte y festejaba sus aciertos. Marcelo, nervioso y picado en su amor propio, se figuró que su amigo estaba burlándose de él y ciego de cólera arrojó las fichas del juego a la cabeza de su amigo.

Todos los espectadores de la escena se conmovieron vivamente y no dudaron que el resultado de ese lance sería un duelo entre ambos jóvenes, que vendría a amenizar la monotonía de la vida de cuartel.

-Señores -dijo Valentín con mucha tranquilidad-, soy militar, conozco las leyes del honor y sabré cumplirlas.

Dicho esto se arrojo en brazos del amigo, que pasado el primer momento de nerviosidad estaba arrepentido, y le dijo;

-Marcelo, yo he tenido la culpa en primer lugar y te perdono; ahora te suplico que me perdones el haber ofendido con mi ligereza un alma tan sensible como la tuya. Así. señores -continuó Valentín-, aunque haya interpretado a mi modo las leyes del honor, si hay aquí alguno que dude de mi resolución de no sufrir ni siquiera una sonrisa de desdén, salga conmigo...

La noble conducta de estos verdaderos amigos fue comprendida y aplaudida por todos los presentes, y hasta aquellos entusiastas partidarios del duelo, que se habían imaginado verlos empuñando las armas, convinieron en que Valentín interpretaba tan bien como ellos las leyes del honor, de la caballerosidad y del compañerismo, y se apresuraron a felicitarlo.


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