El joven y el ladrón
Estando sentado un joven junto al brocal de un pozo, vio que se acercaba un ladrón, y, conociendo que venía con intención de robarle, fingió que lloraba amargamente. Preguntóle el ladrón qué motivos tenía para afligirse de tal manera, y el sagaz joven le dijo que habiendo venido a sacar agua con un cántaro de oro, se le había roto la soga y se había quedado el cántaro dentro. Tan pronto como el ladrón oyó esta noticia, se quitó sus vestidos, movido por la codicia, y bajó al pozo en busca de lo que no debía encontrar, porque no existía. Entretanto, el mozo tomó los vestidos del ladrón y echó a correr.
Tanto ciega al perverso su propia malicia, que muchas veces no ve los peligros a que se expone.
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