Los distintos tipos de espectros que nos muestra un espectroscopio


Como hemos visto, cada sustancia tiene su espectro propio, que la caracteriza y permite reconocerla. Conviene saber, sin embargo, algo más respecto al método de investigación mediante los espectros, teniendo en cuenta los asombrosos resultados que se han obtenido con él, hasta en las investigaciones policiales.

En realidad, para el estudio de espectros no se usa simplemente un prisma; el aparato empleado se llama espectroscopio; sin embargo, es importante señalar que aunque más complicado que un simple prisma, el corazón de tal aparato es un pequeño prisma productor del espectro.

Para estudiar el espectro de una sustancia, lo que se hace es simplemente captar un rayo de luz proveniente de ella. Éste atraviesa el prisma y se descompone en forma análoga a lo dicho con respecto al espectro solar. Según cómo se realice esto, se pueden distinguir dos tipos de espectros: cuando llega directamente de la sustancia, el espectro obtenido se llama espectro de emisión. Éste varía según la sustancia de que se trate, el estado en que se encuentre y el modo de producir la emisión de luz. Así, por ejemplo, si se calienta un sólido hasta la incandescencia -por ejemplo, el filamento de una bombilla-, se obtiene un espectro continuo, es decir, una faja coloreada continua, en la cual no se distinguen rayas ni bandas. En cambio si se trata de un gas simple -por ejemplo, hidrógeno-, cuya luz se ha obtenido por combustión o haciendo saltar una chispa eléctrica, se obtiene un espectro de líneas, formado por un conjunto más o menos numeroso de rayas luminosas, separadas entre sí claramente. Por último, si se trata de un gas más complicado -por ejemplo, nitrógeno- se obtiene un espectro de bandas, formado por anchas bandas coloreadas y más o menos claramente separadas.