Cómo se mide la velocidad a que marcha el sonido
Las ondas sonoras se propagan en el aire con una velocidad de 340 metros por segundo. Y decimos en el aire, porque, como veremos enseguida, la velocidad del sonido no es la misma en el aire que en el agua o a través del hierro. Una cosa interesante es saber cómo puede medirse la velocidad del sonido. Recordemos ante todo cómo se procede para el cálculo de una velocidad: decimos que un auto ha ido de Buenos Aires a La Plata en una hora; sabemos que entre ambas ciudades median 60 kilómetros; para calcular la velocidad del auto lo único que hay que hacer es dividir los 60 kilómetros por el tiempo que tardó en recorrerlos. Veamos ahora cómo se hace para el sonido: el observador A hace un disparo. El observador B, al ver el fogonazo, pone en marcha un cronómetro y lo detiene en el instante de oír el ruido del referido disparo. Se trata de un experimento simple pero muy ilustrativo. El cronómetro marcará el tiempo transcurrido entre la producción del ruido en A -instante del disparo- y su llegada a B. Se divide luego la distancia que hay entre A y B por el tiempo medido por el cronómetro, y se tiene así calculada la velocidad del sonido. Sabido es que el sonido se propaga unas veces más de prisa que otras. Veamos a qué se debe eso. Observamos que, en primer lugar y afortunadamente para el arte musical, la elevación o intensidad de los sonidos no influyen en su velocidad de manera apreciable. Sería, en efecto, gravísimo inconveniente el que, al escuchar una orquesta, la voz de la flauta llegase a nuestros oídos uno o dos compases antes que la de los contrabajos, cuyo sonido es más grave; o el que una melodía tocada con fuerza por una parte de la orquesta y acompañada suavemente por la otra, llegara a nuestros oídos antes o después del acompañamiento. En otras palabras, la velocidad del sonido no depende ni de la intensidad, ni del timbre, ni de la altura del sonido. Dependerá, pues, exclusivamente, del medio en que se propaga. Al subir la temperatura, el aire se pone más elástico -rebota, por decirlo así, más fácilmente cuando se lo hiere- y, por lo tanto, el sonido lo atraviesa con más facilidad.
La velocidad del sonido aumenta un poco al aumentar la temperatura del aire, mientras no varíe la densidad. La elasticidad del medio influye, pues, mucho en la velocidad de propagación del sonido: a mayor elasticidad, mayor velocidad.
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