Descripción de una casa romana en la época de Augusto
Augusto, como Pericles, pudo decir que recibió una ciudad de ladrillo y dejó otra de mármol; eso nos hace pensar que hubo dos períodos en la historia de la construcción romana: el republicano y el imperial. Durante el primero los romanos llevaron una vida simple y sobria, sin preocuparse por el lujo; sus casas eran modestas, de madera o ladrillo y muy raramente de mármol o piedra. Durante los últimos tiempos de la República las costumbres cambiaron como consecuencia del contacto con los pueblos sometidos. Los procónsules y los generales levantaron entonces suntuosas mansiones en las regiones más bellas del Lacio, la Campania o Etruria; esta costumbre se difundió durante todo el período imperial; los emperadores, los magistrados y los ricos hacendados tuvieron sus villas de descanso en ciudades maravillosas como Herculano y Pompeya, que después sepultaron las cenizas del Vesubio en la erupción del año 79, durante la dominación de Tito. Las excavaciones arqueológicas realizadas allí han permitido reconstruir en sus detalles las particularidades de la vivienda romana, que se abría con un amplio vestíbulo con inscripciones alegóricas en el umbral de entrada, como cave cañera, (cuidado con el perro), o siléntium teñe (guarda silencio); le sigue un primer atrio o patio rodeado por una doble columnata, detrás de la cual se encuentran las habitaciones para huéspedes; a continuación un segundo atrio, en el que se levanta el tablínium, aposento dedicado al estudio, o biblioteca, y junto a él una sala de espera para los clientes. Un amplio corredor comunica a su vez con un patio abierto, donde hay un estanque, al que bajan las aguas de las lluvias -de ahí su nombre de implúvium-, con un surtidor en el centro y una hermosa estatua decorativa; a su alrededor se alinean los dormitorios, el comedor o triclínium, la cocina, los cuartos de la servidumbre, el lavadero, el horno y demás comodidades; en el fondo, un amplio jardín detrás de un pórtico con columnas y hermosas estatuas, alegres estanques, un invernadero y pajareras. A los lados de la casa, sobre la acera, se levantaban las tabernas o locales, arrendados a los comerciantes.
La decoración de estos palacios era muy suntuosa; mármoles, alabastros y piedras finas destacan los ornamentos arquitectónicos, en tanto que hermosos frescos murales decoran las paredes. Los artistas solían pintar en ellas veteados imitando mármoles finos o raros y encima escenas mitológicas, ó reproducían cuadros famosos. Los pisos eran de mosaicos o de mármol, y los techos formaban arte-sonados tallados. Todo ello era complementado con muebles de madera fina artísticamente tallada y con incrustaciones de nácar y marfil. La casa romana transmite una sensación de sosiego, frescura y bienestar. Magníficas copas de plata y estatuas de bronce y mármol engalanaron el interior de estas suntuosas mansiones.
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