Últimos años del siglo XX: arte figurativo y no figurativo
Los diversos movimientos pictóricos que durante el siglo xx se desarrollaron, principalmente en Francia, tuvieron siempre algún eco, fuerte o débil, en otros países de Europa. Pero, a partir de los años comprendidos entre las dos guerras mundiales y especialmente después de 1945, podemos comprobar que la vitalidad de la pintura no tiene, como antes, su centro en un solo lugar. Existen muchos pintores en Italia, Alemania, España, Suiza y otros países europeos, así como en las repúblicas americanas e incluso algunos en Japón y otros pueblos asiáticos, que, sin salir de su patria, figuran entre los que aportaron valores a la pintura contemporánea.
En los tiempos presentes, la única clasificación general que se puede hacer, sin temor de olvidar alguna tendencia, es la que agrupa a todos los pintores en dos grandes familias: figurativos y no-figurativos.
La pintura no-figurativa, hecho importante que ya integra la historia general de este arte, puede producir cuadros de apariencias muy divertidas. Formas geométricas, formas orgánicas, puras líneas que no constituyen formas, entrecruzamientos de planos, juegos y equilibrios de puntos, laberintos de trazos sin ninguna relación con los ángulos rectos, etc.; y, por otra parte, colores en gama o en contraste, planos o modelados muy variados o limitadísimos; en fin, todas las posibilidades de la colocación de líneas y colores, elementos esenciales de la pintura, han sido ensayadas sobre el lienzo por los pintores no-figurativos. Con dichos elementos algunos desean expresar su propia subjetividad, otros quieren aludir a secretos de la Naturaleza y hasta los hay que pretenden interpretar temas inéditos sin relación con el mundo conocido.
Durante el siglo xx los pintores han experimentado en muchas direcciones, con varios objetivos en vista: en tanto algunos tratan de expresar sus sentimientos, otros procuran ser analíticos en la representación de lo que ven; y hasta quienes se limitan a lograr efectos decorativos.
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