La escuela helenística, cuya obra cumbre es la tumba de Mausolo


Cuando Alejandro Magno murió, sus generales se disputaron la herencia, y su inmenso imperio fue dividido en varios reinos o Estados donde nacieron nuevas escuelas de arte, que distinguimos con el nombre genérico de helenísticas porque en ellas se fundieron las características de las distintas escuelas helénicas con el estilo de las artes de los pueblos orientales sometidos por el gran conquistador; las innovaciones se pusieron de manifiesto, sobre todo, en las contorsiones del cuerpo y en la expresión de las emociones en el rostro, especialmente el dolor, y también en la temática, ya que, además de los temas religiosos, se inspiraron en la vida sencilla y en las labores cotidianas de la gente humilde del pueblo, o en la lucha con el destino que libraban los héroes de las grandes epopeyas.

Antes de referirnos a la escultura helenística diremos algo de la tumba del rey Mausolo, en Asia Menor, en la cual se pueden apreciar, tanto en su arquitectura como en su escultura, las características del nuevo estilo. Por su grandiosidad mereció figurar entre las Siete Maravillas del Mundo, y de su nombre derivó la palabra mausoleo para designar los grandes monumentos sepulcrales.

Mausolo, rey de Caria -en Asia Menor- murió muy joven; su esposa, la reina Artemisa, quiso honrar su memoria con un monumento colosal que encargó a los arquitectos Sátiro y Pithis y a los escultores Escopas, Briaxis, Leocares y Timoteo,

La planta rectangular, casi cuadrada, se levantaba sobre una base de mármol labrado, rodeada de altos cípreses; una amplia escalinata, custodiada por dos leones, de mármol también, llevaba a una segunda plataforma rodeada de esculturas y estatuas ecuestres. En uno de sus lados se abría una puerta de bronce que comunicaba con la cámara mortuoria. Encima de ésta se erguía un prisma rodeado de columnas jónicas y sobre ellas una pirámide trunca, en escalones, bordeada por un gran friso con bajos relieves y una corona de estatuas. Remataba su cima una gigantesca cuadriga de mármol, guiada por el rey Mausolo, que tenía junto a él a la reina Artemisa.

Todo el monumento tenía una altura de treinta y cuatro metros y estaba decorado con colores alegres y vivos que contrastaban con el azul turquesa del cielo.