La escuela de Lisipo y Escopas y la famosa victoria de Samotracia
Durante el reinado de Alejandro Magno floreció otra escuela de escultura, cuyo creador fue Lisipo, natural de Sicione, en el Peloponeso, quien perfeccionó los cánones de Policleto, liberándola de los que tendían a idealizar la figura humana para reemplazarla por otra más de acuerdo con la realidad. Lisipo fue autor de una gran cantidad de estatuas, muchas á.2 ellas fundidas en bronce, que se distinguen de las de Policleto porque sus líneas son más esbeltas. La obra que lo inmortalizó es el Apoxiomenos, nuevo ideal de belleza atlética. Sus hijos continuaron su obra. Una idea de lo mucho que trabajó este infatigable artista la da una anécdota que ha conservado la tradición: parece ser que Lisipo colocaba en una alcancía una moneda de oro por cada obra que le encargaban; a su muerte, al romper la alcancía, había en ella mil. quinientas monedas.
A esta escuela pertenece la famosa Victoria de Samotracia, que hoy podemos admirar en la escalinata del Louvre. Fue esculpida a fines del siglo iv antes de Cristo. En ella se nota la influencia del estilo de Lisipo. Es difícil encontrar otro ejemplar que reproduzca con más realismo el movimiento, a través de los pliegues de la túnica agitada por el viento.
En la corte de Alejandro actuó también Escopas, de quien tenemos menos referencias. Se inspiró en temas de la religión pagana y en escenas de la epopeya nacional; en lugar de la serenidad de Fidias o la gracia de Praxiteles, el apasionado Escopas expresa la fuerza, el odio y el ímpetu.
Sólo han llegado hasta nosotros fragmentos de sus obras realizadas para el templo de Tegea, en el Peloponeso, y para el sepulcro del rey Mausolo, en Asia Menor. Sus figuras se distinguen por la expresión de los ojos y por el corte ligeramente cuadrado del rostro, frente a la concepción oval que había predominado hasta entonces. Entre sus esculturas principales se destaca el Apolo Cita-redo, conocida por una copia que se conserva en. el Museo del Vaticano.
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