La ópera del siglo XVIII y sus principales autores


La ópera, que había tenido su origen en Italia, alcanzó pronto gran popularidad y se convirtió en el espectáculo preferido por el publico de toda Europa. Al principio hubo un verdadero panitalismo en el sentido de que las escuelas italianas -florentina, romana, veneciana y napolitana- ejercieron gran influencia en los demás países, pero luego, poco a poco, fueron perfilándose otras nuevas.

En Francia, por ejemplo, después del italiano Lully y de algunas tentativas de poco interés, Juan Felipe Rameau (1683-1764) consiguió imponerse ampliamente con las reformas que introdujo tanto en la expresión y el argumento como en el colorido orquestal. Al mismo tiempo, la polémica suscitada con motivo del estreno en París de la overa bufa de Juan Bautista Pergolesi (1710-1736). La serva padrona, dividió a los melómanos en dos bandos: el de los que la atacaban, llamados antibufonistas, y el de los que la apoyaban, o bufonistas. Entre los partidarios de la nueva modalidad surgió la ópera-cómica de los franceses, que tuvo como principales autores a Pedro A. Monsigny (1729-1817), Andrés Gretry (1742-1813) y Egidio Duni (1709-1775).

En Alemania, Enrique Schütz (1585-1672) y Segismundo Staden (1607-1655) fueron los precursores de la ópera alemana, que entronca con un nuevo género, el singspiel, caracterizado por el texto hablado y el carácter popular de su inspiración. El rapto en el serrallo, de Mozart, es una de las expresiones más típicas de dicho género. La ópera seria tuvo en ese país como principal autor del siglo xviii, a Cristóbal W. Gluck (1714-1787), cuya abundante producción se distingue por la sencillez de la línea melódica frente al excesivo virtuosismo en que habían caído los compositores italianos. Y otra vez París fue teatro de una polémica, pero ahora entre los que apoyaban a Gluck y los que estaban en favor de su rival italiano, también radicado en París, Nicolás Piccini (1728-1800).