La heroica juventud de Antonio José Sucre, el gran mariscal de Ayacucho


La brillante y noble carrera militar de Sucre estuvo íntimamente ligada con la del inmortal Bolívar.

En el año 1810 figuraba en las filas patriotas, y al siguiente era ya uno de los más famosos entre los jóvenes soldados de la revolución.

Se unió a Bolívar en Caracas en 1813, y desde entonces su vida militar pudo leerse en las mismas páginas de la historia del Libertador; ambos sufrieron las mismas privaciones, ambos disfrutaron de las mismas glorias. Sucre era talento sereno y organizador que preparaba el camino y allanaba los obstáculos, el que apartaba los peligros para el logro de las victorias; y desde los primeros encuentros de 1813 hasta los últimos triunfos de la causa republicana, su nombre figuró prominentemente en muchas ocasiones gloriosas, tales como Riobamba y Pichincha.

Cubrióse de gloria en la inolvidable y trascendental batalla de Ayacucho. Como jefe del ejército libertador en la memorable jornada, fue él quien organizó el victorioso plan de batalla. Tras feroz acometida de la caballería que mandaba el intrépido general neogranadino José María Córdoba, el ejército español, atacado y destrozado por las tropas de Sucre, dejó en el campo más de 3.000 hombres. Bolívar, entusiasmado, proclamó el heroísmo de Sucre, quien desde aquel día memorable para América fue conocido por todos como el “Gran Mariscal de Ayacucho”.

Libertado así el Alto Perú, se constituyó la República de Bolivia. Sucre, por el voto unánime y entusiasta de los pueblos, fue elegido presidente vitalicio, pero su nombramiento creó una situación muy difícil. Los caudillos nacionales se mostraban enconados ante la autoridad de un extranjero, y Sucre se impacientaba. En un motín militar ocurrido en Chuquisaca (1818), recibió un balazo en el brazo derecho, lo que le decidió a poner en práctica su determinación de renunciar a la presidencia.

Dos años después fue nombrado presidente de un Congreso Constituyente, convocado por Bolívar como último recurso para preservar la unidad de la Gran Colombia. Fracasado este plan, regresaba Sucre a Quito cuando fue asaltado y muerto (4 de junio de 1830) por unos infames desalmados, cerca de la población de Pasto, en Colombia.

El ilustre nombre de Antonio José de Sucre figura hoy al lado de los de Bolívar y San Martín como un gran libertador, y los hijos de América veneran su nombre con gratitud.