Atanasio Girardot, a quien por su arrojo llamose "El Valiente"
Ofrendó Girardot su vida por libertar una patria que, si no fue suya por nacimiento, lo fue por afecto. Hijo del Nuevo Reino de Granada, murió sacrificado por llevar la libertad a Venezuela, patria de Bolívar.
Fue bautizado Girardot en Medellín el 9 de mayo de 1791. Se dedicó a la carrera de la jurisprudencia en el ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Santa Fe de Bogotá, hasta alcanzar el 14 de agosto de 1810, a los 19 años, el título de bachiller en jurisprudencia. El 15 de noviembre del mismo año se enroló en la primera campaña militar que los republicanos emprendieron contra el tirano Tacón, gobernador español de la provincia de Popayán, y recibió el bautismo de fuego bajo las órdenes del comandante Antonio Baraya.
El 28 de marzo, Girardot hizo frente con sólo 190 soldados a un batallón español de más de 500 milicianos bien armados, disciplinados y provistos; y todos reconocieron que el triunfo alcanzado luego que a su pequeño grupo de hombres se unió el grueso del ejército republicano, se debió al valor del joven capitán, quien ganó su ascenso inmediato y la condecoración como “Defensor de la libertad en Palacé”. De ahí en adelante se lo honró con el sobrenombre de el Valiente.
Afiliado a la causa patriota federalista, y bajo las órdenes del general Baraya, combatió Girardot a Nariño, que encabezaba en Cundinamarca la causa centralista. Obtuvo ruidoso triunfo en el cerro de Monserrate, cerca de Bogotá, triunfo fugaz porque el resto de las tropas de Baraya sufrió aplastante derrota el 9 de enero de 1813. Pocos días después, como segundo del general Joaquín Ricaurte, emprendió campaña sobre Cúcuta y Pamplona, donde el bárbaro Lizón tenía sus cuarteles; y su actuación en Carache, ya en Venezuela, fue verdaderamente gloriosa.
El 30 de septiembre de 1813, en el Bárbula, dominada ya la cumbre por los enardecidos soldados de Girardot, y en el instante mismo en que éste plantaba la bandera republicana en las propias posiciones enemigas, una bala le destrozó el cráneo, y el héroe cayó envuelto en el tricolor nacional, digno sudario de su heroísmo. Bolívar, presa su alma de pesadumbre, dictó en su cuartel general de Valencia el decreto que glorificó para la eternidad el inolvidable nombre del extraordinario y valiente patriota que fue Atanasio Girardot.
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