Consumación de la independencia, al cabo de tres siglos de dominación hispánica
Entretanto, España sentía también el influjo de las nuevas ideas, y mientras en la Madre Patria se abolía la Inquisición, se implantaba la libertad de prensa y una Constitución liberal, en México el nuevo virrey Juan Ruiz de Apodaca confiaba al oficial realista Agustín de Iturbide la dirección de la campaña contra Guerrero. Después de sufrir varias derrotas a manos de los insurgentes, Iturbide unió sus fuerzas a las del irreductible Vicente Guerrero en el llamado abrazo de Acatempan, y el 24 de febrero de 1821 formuló el Plan de Iguala, en el que se proclamaba la independencia de México, se adoptaba una monarquía constitucional o moderada y se establecía la unión de todas las clases sociales. Unidos insurgentes y realistas para llevar a feliz término la emancipación, formaron el Ejército Trigarante, que adoptó el pabellón tricolor como emblema de las tres garantías: verde, la independencia; blanco, la religión; y rojo, la unión, emblema que se convirtió en la bandera nacional de México. Su escudo, que representa un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, simboliza la antigua tradición azteca de la fundación de Tenochtitlán.
En esta situación se encontraba el país cuando llegó a Veracruz don Juan O'Donojú, quien había de ser el último virrey de la Nueva España, y quien consolidó el triunfo de los insurgentes al firmar los Tratados de Córdoba que, salvo algunas modificaciones, confirmaban el Plan de Iguala. El ejército Trigarante entró triunfalmente en la capital el 27 de setiembre de 1821, y entre el júbilo general terminó el dominio de España en México, tres siglos después de la llegada de Cortés y a los once años de iniciado el movimiento do independencia.
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