Manuel Quintana. La revolución radical de 1904. Figueroa Alcorta concluye el período


Cuatro meses después de inaugurada, la administración del presidente Quintana fue conmovida por un alzamiento popular, cívico-militar, que respondía a la inspiración de Hipólito Yrigoyen, y que se venía gestando desde la pasada época de Roca.

La revolución radical había conquistado el triunfo en varios puntos claves del interior, cuando, en vista de la prolongación de la lucha en la capital, Yrigoyen ordenó deponer las armas para evitar mayores derramamientos de sangre.

Los jefes revolucionarios fueron encarcelados o confinados en el presidio meridional de Ushuaia; la inquietud social y política se agravó.

Quintana murió en 1906, y el vicepresidente, Figueroa Alcorta, asumió la primera magistratura e indultó inmediatamente a los radicales revolucionarios. Yrigoyen fue llamado dos veces a conferenciar con el presidente, pero el caudillo radical declinó toda participación en el gobierno; jaqueado por cerrada oposición, el presidente clausuró el Parlamento.

En tanto las fracciones políticas se agitaban en torno de los nombres de los candidatos, la Nación Argentina se aprestaba a celebrar el primer centenario de la erección de su primer gobierno propio.

Las naciones amigas se asociaron al magno acontecimiento y enviaron delegaciones compuestas por los más altos grados de la jerarquía militar o de la actividad intelectual.

Buenos Aires fue el escenario preferido de esas celebraciones, y el acto central, un imponente desfile militar del que participaron las delegaciones amigas. Desde el palco oficial, el presidente Figueroa Alcorta asistía al magno espectáculo en compañía de la princesa Isabel, infanta de España, y de los magistrados y plenipotenciarios asociados al jubiloso festejo argentino.