Los gobiernos de Errázuriz y Pinto; el estallido de la guerra del Pacífico
Al presidente Pérez sucedió don Federico Errázuriz, elegido también por acuerdo entre liberales y conservadores, y en contra de los nacionales. Antes de que Errázuriz tomara posesión del mando, fue reformada la Constitución, en el sentido de que los presidentes no fueran reelegidos.
El acto más importante de su gobierno fue la construcción de dos buques de guerra acorazados, muy poderosos para su época. Gracias a estos dos navíos, Chile pudo salir victorioso, algunos años después, en la guerra contra Perú y Bolivia.
A don Federico Errázuriz sucedió don Aníbal Pinto, quien continuó gobernando con liberales, radicales y nacionales. Durante su presidencia estalló la guerra del Pacífico.
La guerra empezó en el mar. El primer combate importante tuvo lugar en Iquique, donde murió el capitán Arturo Prat. Allí fue hundido el buque chileno Esmeralda, y el Independencia, barco peruano, encallado y destruido. Pocos meses después de esta batalla, junto a Punta Angamos, libró una breve lucha el poderoso acorazado peruano Huáscar, en la que murió gloriosamente el capitán del buque, almirante Miguel Grau. El Huáscar fue capturado y con ello decayó el poder marítimo del Perú.
Libre el mar, Chile pudo iniciar la campaña terrestre. Uno de sus ejércitos se apoderó de la provincia peruana de Tarapacá, donde estaban los depósitos de salitre.
Enseguida, otra expedición logró derrotar en Tacna y Arica, a principios de 1879, a los ejércitos unidos de Perú y Bolivia. El poder militar de la alianza formada en contra de Chile parecía haber quedado destruido, pero los peruanos se negaron a admitir la paz.
Entonces Chile decidió atacar a Perú en su propia capital, esto es, en Lima. Partió con este objeto al Norte una fuerte expedición, la que, después de sangrientas batallas a las puertas de Lima, en Chorrillos y en Miraflores, destruyó el resto del ejército de Perú y entró en la capital.
Así terminó la guerra del Pacífico; pero, antes de que la paz fuera firmada, el ejército chileno tuvo que ocupar el territorio peruano por más de dos años, y gobernar ese país como si fuera una provincia de Chile.
La paz que siguió a aquella guerra aseguró a Chile la posesión de las provincias peruanas y bolivianas en que existía el salitre.
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