En una apretada síntesis, evocaremos las vicisitudes de Bolivia
En el territorio de Bolivia se desarrolló, durante el período precolombino, la civilización de Tiahuanaco, al parecer propia de los indios collas, a quienes los españoles denominaron aimaraes, y de la cual quedan monumentales ruinas en las cercanías del lago Titicaca. Esta región fue luego conquistada por los incas de Perú, y a la llegada de los españoles la cultura incaica había puesto su sello a la región del altiplano.
En la expedición de conquista al territorio de Chile, Diego de Almagro fundó en Bolivia la ciudad de Paria, hoy Oruro, y Juan de Saavedra recorrió todo el territorio. El 29 de setiembre de 1538, Pedro Anzures de Campo Redondo fundó la ciudad de Charcas, más tarde conocida por los nombres de La Plata, Chuquisaca y luego Sucre. El 4 de diciembre de 1546, Juan de Villarroel fundó la ciudad de Potosí, que pronto alcanzó fama mundial por la riqueza de las minas de plata descubiertas en el cerro del mismo nombre. La ciudad de Nuestra Señora de La Paz fue fundada por el capitán Alonso de Mendoza el 20 de octubre de 1548. Siguieron las fundaciones en todo el territorio, y en 1624 se fundó en la ciudad de Chuquisaca la Universidad de San Francisco Javier. En 1661 empezaron las revoluciones, que debían culminar, un siglo y medio más tarde, el 9 de diciembre de 1824, en la batalla de Ayacucho.
El 25 de mayo de 1809, la Audiencia de Charcas depuso al gobernador García Pizarro y lanzó un manifiesto en que proclamaba el derecho de las colonias españolas de América al gobierno propio. Poco después, el 16 de julio, un grupo de revolucionarios encabezado por Pedro Domingo Murillo asaltó los cuarteles de La Paz y dominó la ciudad, pero los revolucionarios fueron vencidos y sus jefes ahorcados el 29 de enero de 1810. Antes de que el verdugo tirara de la cuerda, Murillo dirigió al pueblo estas proféticas palabras: “Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la apagará”.
Desde entonces se hicieron muchos esfuerzos infructuosos para liberar el Alto Perú, en una cruenta lucha que duró quince años; tres expediciones militares que partieron de Buenos Aires fracasaron en sus propósitos, mas la población indígena mantuvo vivo el espíritu revolucionario y combatió a los realistas en la llamada Guerra de las Republiquetas. Acaudilladas por lugareños, las poblaciones se sublevaban en masa y luchaban con palos, piedras y picas contra las tropas regulares; los héroes de esta epopeya fueron, entre otros: Asencio Padilla; su esposa, Juana Azurduy, a quien Belgrano otorgó el grado de teniente coronel; Esteban Arce; el cura Muñecas; y los caciques indios Pumacahua y Juan Manuel Cáceres. Finalmente, tras la batalla de Ayacucho, que puso fin a la dominación española en América, la Asamblea de Representantes reunida en Chuquisaca proclamó el 6 de agosto de 1825 la independencia del nuevo Estado, al cual se dio el nombre de Bolivia en homenaje al libertador Simón Bolívar. Al año siguiente se adoptó la constitución dictada por el propio Bolívar, quien ejerció el gobierno corto tiempo y regresó al Norte. La Asamblea, para reemplazarlo, eligió entonces presidente al mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
En 1829, el general Andrés Santa Cruz fue proclamado presidente y gobernó durante diez años. Santa Cruz formó, en 1836, la Confederación Boliviano-peruana. Esta unión fue resistida por Chile, cuyo ejército derrotó al de la Confederación en la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. En 1841 Bolivia fue invadida por las fuerzas peruanas, a las que venció el general Ballivián. En 1879 estalló la funesta guerra del Pacífico, en que Perú y Bolivia lucharon contra Chile y a consecuencia de la cual Bolivia perdió todo su litoral sobre el Pacífico y quedó desde entonces enclaustrada. El tratado de paz se firmó en 1904, el mismo año en que Bolivia cedió a Brasil el territorio del Acre, a cambio de 2.000.000 de libras esterlinas y el ferrocarril de Madeira a Mamoré, que le dio acceso al Madeira y al Amazonas. La disputa con Paraguay por los territorios del Chaco culminó en otra guerra, que se desarrolló durante los años 1932-1935, a consecuencia de la cual perdió las tres cuartas partes del territorio en litigio, a cambio del acceso al río Paraguay. Firmada la paz en 1938, sucediéronse varios gobiernos militares y movimientos revolucionarios. Los comicios de 1952 llevaron al gobierno a Víctor Paz Estensoro, quien nacionalizó las minas que producían el 74 % del estaño de Bolivia, las cuales estaban en manos de tres familias: Aramayo, Patino y Hochschild. En 1956, Siles Suazo fue elegido presidente de la República.
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