Los grandes dioses que no tenían asiento en el consejo celestial. Otros dioses y semidioses
Los otros ocho grandes dioses, que no tenían asiento en el consejo celestial, eran: el Cielo, el Destino, Saturno, Plutón, Baco, Cupido, Cibeles y Proserpina, cuyas funciones y atributos se dan a continuación.
Baco (Dionisos), hijo de Júpiter, enseñó a los hombres a plantar la viña, y era idolatrado. El séquito usual de este dios era muy importante; Sileno, su compañero y tutor, iba detrás de él; luego seguían las ninfas, las bacantes, los' sátiros y los pastores. Grandes fiestas ruidosas, “las Bacanales”, se celebraban en su honor. A Baco se lo representa, generalmente, montado sobre un barril, coronado con racimos de uva, o con dos cuernos, como emblema de fuerza.
Cupido (Eros), hijo de Venus, fue el dios del amor, o mejor, el amor mismo. Tan pronto como Cupido nació, Júpiter, temeroso de los disturbios que iba a ocasionar, incitó a su madre a que lo hiciera desaparecer. Pero Venus ocultó al-niño en los bosques, y lo alimentó con leche de cabras. Allí hizo él su famosa flecha, y la ensayó primeramente en los animales antes de utilizarla en los hombres. A Cupido generalmente se lo representa por un niño alado, de seis o siete años de edad, armado con un arco y una aljaba llena de puntiagudas flechas, con las cuales hiere a los dioses y a los hombres. Su honda pasión por Psiquis, cuya belleza despertó la envidia de Venus, hizo que al fin se casara con ella. Su culto va asociado con el de su madre.
Saturno (Cronos) representa el tiempo; era hijo de la Tierra y estaba casado con Rea. Destronado por su hijo Júpiter, se refugió en un lugar de Italia, llamado Lacio, donde se erigió en rey de los mortales, a los que hizo tan felices, que a su época, en la que la igualdad y la libertad prevalecían, se la llamó la Edad de Oro. Los romanos celebraban su reinado con grandes festivales llamados “Saturnales”. A Saturno se lo representa por un viejo encorvado por los años, que sujeta una hoz. Nosotros generalmente lo veremos cubierto con un velo, probablemente porque el Tiempo es algo desconocido, velado por un impenetrable manto.
El Cielo (Urano), hijo de la Tierra, con quien inició la primera dinastía celeste de los griegos, fue mutilado y destronado por su hijo Saturno. Es el primero de los dioses y se lo representa como un anciano, cuyo atributo es un buitre o un águila; aparece rodeado de estrellas.
El Destino (Hados), era hijo de Caos y de la Noche, e imperaba sobre los dioses, los hombres y las cosas. Tenía escrita la suerte de los mortales, desde la eternidad, en un lugar del Olimpo, donde hasta los mismos dioses debían ir a consultar sus fatales escritos. Las Parcas o Moiras eran las encargadas de hacer cumplir sus decretos. Se lo representa como un joven, a veces ciego, de aspecto sereno, inflexible, con una plancha de cobre en la mano, donde están grabados los destinos, o con una rueda encadenada, por su condición de inmutable; tiene arriba una roca y debajo dos cuernos de la abundancia.
Plutón (Hades) fue el tercer hijo de Saturno y Cibeles y compartió con sus hermanos el imperio de los mundos, pues le corresponde regir los infiernos. Raptó a Proserpina y la hizo su esposa. Se lo representa con un bidente en una mano y una llave en la otra.
Proserpina (Perséfone), hija de Ceres, era la reina de los infiernos y de las sombras que presidía la Muerte, y se la representa llevando en las manos una antorcha vacilante o una adormidera, símbolo del sueño eterno.
Cibeles (Rea), esposa de Saturno y, por lo tanto, madre de Júpiter y de otros dioses mayores, era considerada como la Madre Naturaleza. Se la suele representar sentada en un carro tirado por dos leones.
Temis era la diosa de la equidad, la ley y la paz. En el Olimpo se sentaba junto a Júpiter, y lo auxiliaba como una consejera de Justicia. Sus principales atributos en las estatuas son una balanza y una espada. También la representan con los ojos vendados, para indicar su imparcialidad y serenidad en los juicios.
Iris era la mensajera de los dioses y especialmente de Juno, pues ayudaba a ésta en sus deberes. A Iris se la representa generalmente, en el arte, como una graciosa doncella de brillantes alas. Los poetas suponían que el arco iris era la huella de los pies de Iris, cuando ésta ascendía hacia el Olimpo con un mensaje.
Hebe (Juventas) es la copera de los dioses del Olimpo. Se la representa coronada de flores y con una copa en sus manos. El nombre de Hebe va unido al de Ganimedes, que fue quien la sustituyó, al casarse ella.
Hércules (Heracles) era hijo de Júpiter y, además, mortal. Juno lo aborreció, y fue obligado a ejecutar doce trabajos que parecían casi imposibles. A su muerte fue trasladado al Olimpo, junto a los dioses, y allí se le dio a Hebe como esposa.
Las Gracias (Carites) eran tres hermanas: Aglae, Eufrosina y Talía. Eran la personificación de la gracia y la belleza, y su poderío se extendió a todos los humanos. Conferían a los hombres los dones de la gracia, la jovialidad, el buen humor, la gentileza y los buenos modales.
Las Musas eran nueve hermanas; cada una simbolizaba un arte: Clío, la musa de la historia, que lee en un libro; Euterpe preside la música: inventó la flauta y con ella se la ve retratada; Talía, que preside las comedias,, aparece sujetando una careta y luce alegre y festiva. Melpómene, la tragedia, lleva una espada; Terpsícore, la musa del baile, es una rubia doncella, joven y vivaracha; Erato, la poesía-erótica, es una hermosa y feliz muchacha coronada con rosas; Polimnia, la musa de la lírica y la elocuencia aparece en actitud pensativa; Urania, la astronomía, lleva puesto un estrellado vestido y sostiene en sus manos; un globo; Calíope, la musa de la poesía épica es representada por una majestuosa y joven mujer.
Las Horas no representaban para los griegos las divisiones del día, sino< las del año. Eran las diosas de las estaciones. Tenían la misión de abrir y cerrar las puertas del Olimpo, la educación de los niños, y, en general,, debían orientar a los humanos. Por esto es que siempre las vemos en los matrimonios, como las representan en los cuadros.
Las Parcas (Moiras) eran tres hermanas: Cloto, Láquesis y Átropos. Inalterables en sus propósitos, sujetan los misteriosos hilos de la existencia, y nada podía hacer que dejasen de cortarlos cuando el Destino había hecho sonar la hora. Cloto, sentada, sujetaba la rueca y tejía el hilo. Láquesis lo arrollaba en el huso. Átropos cortaba sin piedad el hilo, que se suponía era la medida de la vida de cada uno de los mortales.
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