Las divinidades de Grecia y Roma se dividían en cuatro clases
Las divinidades grecorromanas se dividían en cuatro clases: grandes dioses, dioses subalternos, semidioses o héroes y divinidades alegóricas.
Los grandes dioses eran veinte, de los cuales doce formaban el consejo celestial que se componía de igual número de dioses y diosas. Todos son más conocidos por el nombre latino, que es el que nosotros vamos a usar en primer lugar, transcribiendo la nomenclatura griega entre paréntesis. He aquí sus nombres: Júpiter (Zeus), Neptuno (Poseidón), Marte (Ares), Vulcano (Hefaistos), Mercurio (Hermes) y Apolo (Febo). Las seis diosas eran: Vesta (Hestia), Juno (Hera), Venus (Afrodita), Ceres (Démeter), Diana (Artemisa) y Minerva (Palas Atenea). Los otros ocho eran: el Cielo (Urano), el Destino (Hados), Saturno (Cronos), Plutón (Hades), Baco (Dionisos), Cupido (Eros), Cibeles (Rea) y Proserpina (Perséfone).
Los dioses subalternos no asistían al consejo divino: tales eran Pan, Flora, etcétera.
Los semidioses o héroes eran los que tenían por padre o madre alguna divinidad o que, por sus relevantes cualidades, habían merecido ser colocados en el rango de los dioses, como Teseo, Perseo, Hércules, Dédalo, Ja-' son, Orfeo, Orion, Meleagro, Cadmio, Edipo, etcétera.
Las divinidades alegóricas eran las virtudes y los vicios divinizados: la Justicia, la "Verdad, la Discordia, la Piedad, la Paz, la Fe, el Silencio, etc;
Entre los dioses grandes y subalternos los había que tenían poder en el cielo, en la tierra, en el mar o en los infiernos. De aquí deriva la clasificación de dioses celestiales, terrestres, marinos e infernales.
Veamos ahora cuáles son los elementos que configuran el cuadro mitológico grecorromano. El mundo surgió de la Nada, a quien sucedió el Caos. Ovidio, el famoso poeta latino, dice a propósito de este personaje: “Antes de existir el mar, la tierra y el cielo, era el Universo una sola masa, conjunto confuso de elementos mal combinados. Tierra, mar y cielo estaba todo confundido, y ni la tierra tenía fijeza, ni el mar era navegable, ni el cielo se transparentaba. Y el Caos presidía esta confusión”.
Caos es el principio primordial y creador que contenía en germen todo lo que había de constituir el Universo. Produjo el Erebo y la Noche, quienes engendraron el Éter y el Día.
Inmediatamente de Caos aparecen Gea y Eros. Gea (la Tierra) es la madre universal y nutricia de los seres, y Eros es la fuerza atractiva que lleva en sí los elementos para agregarlos y combinarlos.
Gea engendró a Urano (el Cielo) y luego se unió con él, dando origen a los doce titanes, seis de cada sexo. Ellos eran: Oheanos (Océano), Ceo, Crío, Hiperión, Japeto y Cronos, que tenían por hermanas a Tetis, Tea, Temis, Mnemosine, Febe y Rea.
Hijos de Gea y Urano fueron también los cíclopes: Brontes, Astéropes y Arges, y los centimanos: Briareo, Cotto y Gías.
De acuerdo con Gea, Cronos (el Tiempo) mutiló a su padre, cuya sangre, al caer sobre la Tierra, hizo nacer a los gigantes y las furias; la que cayó sobre el mar dio nacimiento a Afrodita (Venus).
Cronos sucedió a su padre en el trono y se casó con Rea. Los frutos de esta unión eran devorados por el padre, a quien Urano había predicho que sería destituido por uno de sus hijos. Esta alegoría quiere significar que el Tiempo engulle a sus hijos, esto es: el siglo se traga a los años, los años a los meses, los meses a los días, los días a... que son sus propios hijos.
A pesar de esta filofobia, Rea logró salvar a Zeus, Poseidón, Hades, Hestia, Démeter y Hera.
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