EL FRÍO, ARTÍFICE MARAVILLOSO
La nieve, desconocida en ciertas regiones, es muy frecuente en otras, especialmente en las cercanas a los polos. Ya sabemos que existe en la atmósfera cierta cantidad de vapor acuoso. Cuando este vapor se enfría y su temperatura desciende por debajo de cero grado, se congela y cristaliza en agujas que se reúnen y entrecruzan, formando lo que se llama copos de nieve.
La caída de tales copos y su acumulación sobre la superficie de la tierra en capas de mayor o menor espesor, hasta que se funde y evapora de nuevo, constituye el llamado fenómeno de la nevada.
La nieve es blanca y opaca, y éstos, que son sus caracteres más notables, obedecen a su estructura esponjosa y muy fraccionada, por la interposición de burbujitas de aire entre las moléculas. La luz, que sin dificultad y con perdida insignificante de brillo, atraviesa los cuerpos transparentes, no consigue atravesar la nieve, y de ahí la opacidad y blancura que en tan subido grado tiene ésta.
Aunque esponjosa y ligera, si cuando nieva recogemos algunos copos sobre un cuerpo blando, de color oscuro y de temperatura inferior a la de cero grado, se descubren en ellos, a simple vista, y mejor con un microscopio, las más extrañas y sorprendentes figuras, compuestas de finas agujas simétricas, variadamente dispuestas, semejantes a estrellitas, y que presentan siempre un conjunto de delicadeza y finura tales, que la mano más hábil jamás podría realizarlas.
La nieve, por lo general, no cae dividida en menudos copos cristalizados. Desde que se desprende de las nubes hasta que, describiendo indecisas espirales, llega a tocar el suelo, juega el viento con ella y la deshace y pulveriza o la reúne en abultados copos, despojándola de sus contornos más delicados y alterando su maravillosa estructura.
No nieva en todos los países ni en cualquier altitud con la misma frecuencia y con igual abundancia; del mismo modo, la nieve que cae durante el invierno no resiste con idéntica energía y sin derretirse los ardores del verano.
Rara vez nieva en los terrenos bajos e inmediatos a la orilla del mar, en las regiones tropicales, pero a medida que el relieve del suelo se levanta, y los continentes se ensanchan, y las llanuras se interrumpen por encumbrados montes, escarpadas sierras o por cordilleras erizadas de agudos picos, los fenómenos se manifiestan de otra manera; y no sólo puede nevar entre los trópicos, sino que nieva de hecho, y resiste la nieve sin fundirse meses y años, expuesta a los rayos del sol, en las alturas. Estas nieves se llaman perennes, y brillan majestuosas en el Cáucaso, en los Alpes, en los Pirineos, en los Andes, en el Himalaya y en otras altas montañas del globo.
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